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¿Por qué nos atrae tanto la violencia en las películas y series?
Nunca antes habíamos estado expuestos a tantos contenidos violentos. Películas, series, plataformas de streaming... Por no hablar de internet, que ha multiplicado la información y minimizado el control sobre ella. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para que no nos afecte?
24 Mayo 2019
|La violencia está de forma intrínseca en nuestras vidas, y se expone en internet, cine, plataformas de streaming o televisión. De hecho, más de la mitad de los programas de televisión que se emiten a lo largo del día contienen violencia en cualquiera de sus formas. Algunos de estos programas se emiten incluso en franjas horarias definidas para el público infantil, que inexplicablemente han conseguido una catalogación de aptas para una edad muy lejana a la que probablemente debería. Por lo tanto, es una obviedad que hay muchos niños y adolescentes que visualizan programas cuyas imágenes quizás no sean las más adecuadas, y de las cuales pueden obtener pensamientos erróneos sobre la violencia.
Pero el problema es que nos gusta ver violencia, no podemos evitarlo. Para llegar a saber por qué gusta ver actos violentos no existe una sola respuesta, es un cúmulo de factores.
La violencia es bonita
Las películas y series muestran unas imágenes que no se acercan suficientemente a la realidad en el contexto que nos ocupa. Acostumbran a tener menos sangre de la que habría si esa situación fuera real; y si la hay, lo suficientemente falsa como para que los espectadores no se escandalicen y terminen normalizando estos hechos. Además, la propia estética que tienen las imágenes de este tipo es increíble, y va acompañada de música y otros estímulos que terminan por hacerte creer que un ambiente violento puede ser atractivo.
Prejuicios racistas
Como afirma Jaime Santiago Grisolía, "los malhechores presentan características de un grupo determinado (...) Esto refuerza los prejuicios sociales, la marginación y reconforta al espectador porque parece confirmar que nuestros prejuicios personales son correctos, aunque en realidad no lo sean". Es decir, ante aquel espectador que sea racista y tenga aversión contra las personas de Sudamérica o Europa del Este, si los 'malos' de la película son de esta parte del mundo, justificará lo que se les haga y mentalmente confirmará que sus prejuicios son acertados, aunque obviamente no lo sean.
Lo prohibido es atractivo...
Todo aquello que se prohíbe queda misteriosamente envuelto en el atractivo del tabú, el morbo y el peligro. La violencia es algo que en la vida real conlleva unas consecuencias instantáneas (el dolor, la sangre, las lesiones o incluso la muerte) y otras que pueden tardar en llegar (consecuencias psicológicas o legales). Pero si los relatos narrativos muestran un personaje que después de cometer estos delitos escapa, no sufre mentalmente y no le atrapa la justicia; estás queriendo decir al espectador, sobre todo a los más influenciables, que puedes salir totalmente indemne, e incluso beneficiado de llevar a cabo actos moralmente deplorables.
... y adictivo
La llegada de internet a nuestras vidas ha hecho que el ser humano medio reciba diariamente una cantidad de información de todo tipo imposible de procesar correctamente. Esto está insensibilizando a la población ante todo tipo de dramas. Los periodistas buscan cada vez las historias más escabrosas buscando llamar la atención de un público que apenas levanta la vista de las redes sociales. Cuando lo consiguen es mediante episodios verdaderamente escandalosos narrados de una forma sensacionalista con el único objetivo de atraer la mirada y el deseo de información de los espectadores.
Lo más visto
Esto sucede igualmente en las películas y series. En los inicios del cine las historias eran inocentes y blancas, pero poco a poco se fue ascendiendo en esa espiral de violencia en pequeña y gran pantalla hasta el día de hoy, que casi todos los programas, incluidos dibujos animados, cuentan con asesinatos y todo tipo de mensajes que bien podrían ser nocivos para la infancia. Nada nos sorprende, y para conseguir tal sorpresa, la escena ha de ser tan brutal que tiene por fuerza que afectar la estructura mental del público. Claro que, quizás el problema sea que los niños vean los contenidos, no los contenidos en sí.
Dinero y arte vs integridad
Seguramente por este motivo, los dueños de las grandes compañías de comunicación, principales productores y directores no se sientan responsables de que el clima de la población, sobre todo juvenil, sea cada día más agresivo. Como dijo Quentin Tarantino en una entrevista a Newsday en el año 1994: "Si tú me preguntas qué pienso de la violencia en la vida real, bueno, tengo un montón de sentimientos al respecto. Es uno de los peores aspectos de América. En las películas la violencia mola, me gusta." No considera en absoluto que las películas violentas de las que él es uno de los máximos valedores puedan hacer que las personas tengan comportamientos violentos, aunque hay estudios que demuestran lo contrario.
También hay que decir que no toda la violencia es igual. Las películas de Tarantino son consideradas como piezas de culto por muchos cinéfilos. Son rompedoras e interesantes. Pero también hay filmes realmente malos (se me viene a la mente 'Persecución extrema', protagonizada por John Cena) que no tienen ni la excusa de lo artístico.
Series como CSI en un principio también gozaron de un gran éxito, pero 800 capítulos de asesinatos, con unas historias casi calcadas, es recrearse en la violencia innecesariamente, por un fin puramente económico. Incluso para hacer un contenido en teoría violento y no adecuado para todo tipo de público, se debería hacer con un mínimo de calidad y conocimiento.
Posibles consecuencias
Pero esto no es exactamente así. Es cierto que películas y series no son el único factor para que una persona se vuelva violenta. El entorno en el que uno crezca, circunstancias familiares o incluso características genéticas son multiplicadores de las opciones de que un individuo tenga conductas violentas en su etapa adulta. Y probablemente las imágenes cinematográficas no sean el detonante más potente de los ya referidos, pero es un factor más a tener en cuenta y con el que tener cuidado.
Una serie no vuelve violenta a una persona pacífica por sí misma. Sin embargo, si esa persona tiene ya ciertos rasgos que le pueden llevar a esta conducta, las probabilidades de que esto se agrave son mayores. Asimismo, para ciertos tipos de personas ver continuamente esas películas les hacen sentir que en cualquier entorno pueden ser atacados, porque se ha convencido de que esa es la reacción natural de las personas, y no solo de personajes de series.
¿Cómo encontrar una solución?
Ya en el año 1997, el seminario 'Violencia y Medios de comunicación: el cine y la televisión' celebrado en Valencia redactó una serie de recomendaciones para cineastas, padres y políticos en busca de evitar que esto pueda llegar a convertirse en un problema de mayor gravedad. Entre otras, proponían no prohibir, pero sí cambiar el esquema de programas que contienen violencia (castigo al agresor, menos embellecimiento, no discriminar a grupos minoritarios). De los padres exigen más control y consciencia sobre los peligros, y de los políticos la colaboración institucional pertinente, tanto con las empresas comunicativas, como con las familias.
En conclusión, la violencia aporta emoción y es un recurso narrativo muy interesante y que ha existido en todo tipo de historias desde los comienzos de la literatura. Cada vez estamos más adaptados a ver violencia, y nos acostumbramos a ver escenas de mayor dureza. Pero mientras nos aseguremos de que los niños no vean este tipo de imágenes, y si lo hacen, reciban el consejo y la advertencia de sus padres de que están viendo algo irreal, no es algo tan negativo a corto medio plazo.
De hecho, en las manos de muchos niños hay herramientas (smartphones, tablets) cuyo poder y por tanto nivel de peligrosidad es mucho mayor que el visionado de una película. Y en esto no hay avisos sonoros de la edad recomendada y muchas personas consideran su uso sin supervisión como algo normal.