No, no os vais a ir de Twitter, por mucho que amenacéis con hacerlo
Los usuarios de Twitter están amenazando con irse a Mastodon u otras RRSS tras la compra de Elon Musk. Pero todos sabemos que no lo van a hacer.
26 Abril 2022
|Nadie habla de otra cosa, y no es para menos. Elon Musk ha dado un giro radical a la corta historia de las redes sociales tras comprar Twitter por 44.000 millones de dólares. Finaliza así un proceso de negociación que lleva años gestándose, desde que el creador de Tesla o PayPal fijara su mirada en el pájaro azul con intención de que alzara el vuelo de otra forma.
Los usuarios de Twitter hemos sido partícipes del juego de Musk, observando cómo iba dejando caer su interés en la compañía, pidiéndonos opinión sobre los cambios que implementaríamos, etc. Al principio parecía más un simple juego, hasta que se hizo con el 9,1% de las acciones por 2.640 millones de dólares. Entonces, supimos lo que sucedería. Elon Musk se haría con el control de Twitter. Y así fue, a cambio de 44.000 millones.
¿Musk se encaprichó de Twitter y por eso lo compró? Sí. ¿Musk solo lo ha comprado para mostrar su poderío y convertirse en el hombre más importante del mundo? Pues no sabemos cuánto habrá de cierto, pues ya conocemos la difícil personalidad del personaje, pero sería injusto no reconocerle las ganas que ha puesto para que el proyecto adquiera una nueva dimensión. Si es adecuada o no el tiempo lo dirá.
Musk busca una auténtica revolución en Twitter. Entre las medidas que propone estaría la de limitar el exceso de bots existente en la red social o implementar el código abierto en su algoritmo. Pero, sobre todo, lo que más debate ha generado ha sido la promesa del empresario en dotar a Twitter de una libertad de expresión sin precedentes.
I hope that even my worst critics remain on Twitter, because that is what free speech means
— Elon Musk (@elonmusk) April 25, 2022
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Porque sí, como era de esperar, debate hay. Y, como era más de esperar aún, el debate se convirtió en una guerra entre dos bandos. Si se discute hasta por Cola-Cao o Nesquik, imaginad por un movimiento que puede tener gran trascendencia en el presente y futuro de las redes sociales.
Del bando lamebotas no voy a añadir demasiado a lo que ya sabemos. Personas que aspiran a ser él sin recordar que por cada Elon Musk que alza el capitalismo hay millones que se hunden estrepitosamente devorados por el propio capitalismo para su supervivencia. Personas que se juegan su dinero en función de un tweet que pone su Mesías, y que te llaman a ti pardillo por no hacerlo. Personas que escriben libremente anhelando una supuesta falta de libertad, cuando lo único que echan de menos es que les consintamos las burradas que podían escribir a su antojo.
De esas personas está todo dicho. Ahora están como groupies gritando de emoción porque Elon ha venido a salvarlos. Demasiado tienen. Por eso, vamos a centrarnos en el otro bando, que también se las trae. El de los dignos que han decidido parar cinco minutos la serie de HBO Max (diría Netflix, pero ya no lo ve nadie) para imponer una resistencia memorable al cruento régimen de terror de Musk asegurando que van a dejar de usar Twitter. Seguro que está temblando de miedo.
Uno de los motivos de la resistencia es que Musk simboliza todo lo que está mal. Y razón no les falta en gran parte, pero quizás hubiera sido mejor no haberle aupado hasta lo alto de la cúspide, ni a él ni a Jeff Bezos. Y tampoco es que esta red social fuera una utopía anticapitalista antes de su adquisición.
Aun así, buscar una alternativa a Twitter porque Elon Musk es el diablo es hipócrita, pero tiene un pase. Allá cada uno. Menos razón de ser tienen los que han puesto el grito en el cielo con la compra porque el CEO de Tesla va a convertir Twitter en una guerra tóxica sin cuartel. ¿Pero esta gente realmente ha estado en Twitter? Si no es otra cosa que una guerra tóxica sin cuartel, donde tienes que revolcarte cual cerdo en una charca para sobrevivir. No tenemos ni idea de en qué deparará la obsesión por la libertad de expresión de Musk, pero no venimos de un capítulo de los Teletubbies, precisamente.
El postureo de hacerse ahora el revolucionario creándose una cuenta en Mastodon es casi tan vomitivo como el cryptolover de turno al que le mean y dicen que llueve. Por no hablar de que la cuenta de Mastodon le durará una media de diez días, de los cuales entrará cuatro. En cuanto vea que no está por ahí ni el apuntador, volverá a Twitter como si no hubiera pasado nada. Total, nos olvidamos de las cosas a los tres días, así que ya habrá cumplido con su arrebato revolucionario para todo 2022.