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La soledad: análisis de un grave problema social que mata más que la obesidad
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. Algunos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de sufrir un infarto, por ejemplo, son la obesidad y el tabaco. Sin embargo, existe una epidemia social que aumenta mucho más ese riesgo y del que muy pocas personas parecen estar concienciadas: la soledad.
08 Mayo 2019
|El 24 de febrero de 2018, la policía halló el cadáver de un hombre en su vivienda en Valencia. Llevaba siete años muerto: la autopsia sólo pudo establecer con precisión que el fallecimiento, por causas naturales, se produjo en 2011, cuando tenía 38 años.
Aquel hombre, llamado Valentín, había trabajado como albañil, según algunos vecinos. Posteriormente, desarrolló una adicción a las drogas, la cual causó, muy probablemente, el deterioro de la relación que tenía con su hermano y único familiar: sus padres habían muerto años atrás.
Sin lazos familiares ni amistades, fue el banco quien alertó a la Policía: la entidad comprobó que, si bien realizaba periódicamente un pago mensual por su vivienda, Valentín llevaba años sin hacer ningún otro movimiento. Los vecinos, por su parte, pensaban que se había ido a Santander a iniciar un tratamiento de desintoxicación.
En abril de 2018, los bomberos encontraron en Zaragoza a otro hombre que llevaba varios días muerto, también por causas naturales, en su casa. Benito A.R. estaba jubilado, y exceptuando algunas visitas esporádicas de su sobrino, no tenía contacto con familiares ni amigos. Fue el sexto caso, hasta ese momento, de jubilados hallados muertos en Aragón que se encontraban viviendo solos.
En abril de 2019, la Policía encontró el cadáver de una anciana que llevaba muerta en su casa desde 2014. La mujer de 83 años sólo tenía una sobrina que residía en Israel, quien fue precisamente la persona que alertó a las autoridades ya que hacía mucho tiempo que no sabía nada de su tía. Además, Días después, la Policía encontró en Vallecas el cadáver de un hombre de 70 años que había fallecido, de nuevo por causas naturales, en su vivienda hacía un año. Tampoco tenía relación con nadie.
Todos estos casos constituyen un grave problema social que no está siendo abordado correctamente en nuestro país. Además, estos fallecimientos comparten un mismo patrón que se viene repitiendo con más frecuencia en los últimos años: la soledad y el aislamiento social.
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Diferentes conceptos igualmente peligrosos
La soledad y el aislamiento social aumentan el riesgo de muerte prematura en aquellas personas que los sufren. Los datos son claros: la Universidad Brigham Young de Utah realizó un estudio donde se comprobó que este riesgo se incrementaba hasta un 50% en las personas solas o aisladas. De hecho, otros estudios señalan que los riesgos de mortalidad del aislamiento y la soledad son superiores a los de la obesidad.
Además, existe una relación entre las enfermedades cardiovasculares, la primera causa de mortalidad en el mundo, y la soledad y el aislamiento social. Según un estudio de la Universidad de York en Reino Unido, las personas que se encuentran solas o aisladas tienen un 29% más de probabilidades de padecer un infarto y un 32% de sufrir un ictus.
Por lo tanto, estamos en condiciones de afirmar que la soledad y el aislamiento social matan. Sin embargo, para resolver este grave problema, es preciso indicar que los conceptos no significan lo mismo. El psiquiatra Evgueni Kasiánov, señaló en una ocasión que para experimentar el aislamiento no es necesario estar completamente solo.
Por su parte, la organización británica Age UK, que se encarga de proporcionar cuidados y compañía a numerosos ancianos del país, apunta el hecho de que hay gente que puede estar aislada y no sentirse sola, y gente que puede estar rodeada de personas y, en cambio, sentirse sola.
Sin embargo, Age UK confirma que ambos conceptos están relacionados, pues uno puede ser la causa del otro. No obstante, la diferencia debe estar presente para resolver el problema, ya que no se trata solo de organizar eventos donde personas con estos problemas puedan conocer a otras personas, sino de construir espacios donde los vínculos sean fuertes y de calidad.
Conciencia británica sobre un problema mundial
Precisamente es en Reino Unido donde existe una especial conciencia sobre estos problemas: a finales de 2018 se supo que el gobierno británico iba a invertir 11,5 millones de libras para combatir la 'crisis de soledad' que estaban sufriendo numerosos ciudadanos. Además, Mims Davies, ministra de deporte, sociedad civil y ahora para la soledad, expresó su voluntad de "potenciar conversaciones abiertas sobre este tema para reducir el estigma y crear un ambiente donde todos estén mejor conectados".
Esta situación epidémica, tal y como se ha calificado en Gran Bretaña, afecta, sobre todo, a los ancianos, pues la mayoría de ellos viven solos. Sin embargo, estos datos se repiten a lo largo del globo: en Estados Unidos, casi un tercio de los norteamericanos mayores de 65 años viven solos, y la mitad de los que tienen 85 años.
En nuestro país, las cifras siguen el mismo patrón. El INE señaló que había 4,7 millones de personas que vivían solas, de las cuales un 41,8% tenían 65 o más años. Cabe destacar, además, que cerca del 71,9% de las personas ancianas que vivían solas eran mujeres.
Necesidad de combatir las soledad
De nuevo en 2019, un interno que había salido de la cárcel de Huelva tras haber cumplido una pena de 20 años, se cortó el cuello frente a las puertas de la prisión ya que "no tenía a dónde ir". El preso, que se había negado a salir de la cárcel el mismo día del cumplimiento de su pena, regresó y se autolesionó. "Dejadme morir", llegó a decirle a los funcionarios que le atendieron tras su acción.
Aquel suceso ejemplifica el temor a verse solo y aislado. Es necesaria, por lo tanto, la construcción de una red efectiva de medios que permitan, no sólo combatir la soledad y el aislamiento, sino evitar que cualquier persona se pueda encontrar en esa situación.
Y probablemente no baste solo con eso. Se precisa, también, la concienciación pública de este problema, así como la reducción progresiva de los estigmas relacionados con otros problemas sociales, como la adicción a las drogas, para construir una sociedad donde nadie sea abandonado a su suerte, en su propia casa, sin que nadie le eche de menos.