Los retrasos en los videojuegos y el cine, a la orden del día

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Los retrasos en los videojuegos y el cine, ¿son buenos o malos?

No hay estreno sin un retraso previo y el consecuente revuelo en redes, con un enfrentamiento entre quienes defienden un mayor tiempo de desarrollo y los indignados con la gestión. Vamos a ver en qué tienen razón estos bandos.

Por Adrián Tomé  |  05 Mayo 2022

Cada mes, cada semana, cada día, un constante goteo de anuncios inunda los medios de comunicación. Un nuevo juego, una nueva película, tienen fecha de estreno, tráiler, especulaciones, avances. Hasta aquí todo normal, todo como se supone que ha de funcionar el mercado de la cultura y el entretenimiento. Pero ahora existe un nuevo factor tan importante o más en el transcurso de este proceso: los retrasos en las fechas de lanzamiento.

La anomalía que supuso la pandemia motivó que miles de producciones se vieran obligadas a echar el freno durante un tiempo indefinido. Un sinfín de retrasos se sucedieron, y el público aprendió a aceptarlos. No le quedaba otra ante una pandemia mundial. Pero ahora, superada la fase más crítica de la COVID-19, el fenómeno de los retrasos en películas y videojuegos sigue produciéndose con asiduidad. Porque los retrasos, le pese a quien le pese, forman ya parte de nuestro día a día. La cuestión es discernir si son algo bueno y positivo para el resultado final, como opinan los más optimistas; o suponen una tomadura de pelo, como sostienen los más escépticos. O quizás haya un término medio...

El juego de los retrasos

La industria del videojuego es, por mucho la más afectada por los retrasos. No se sabe con certeza cuántas veces hay que anunciar un juego nuevo hasta que finalmente sale. Últimamente nos da la sensación de que todos los juegos se retrasan, día tras día entramos en alguna noticia de que ese juego ya no saldrá en la fecha marcada originariamente. Quizá por cómo de accesibles e inmediatas son las noticias, nos da la sensación de que esto antes no pasaba, o pasaba solo con juegos pequeños.

Tampoco nos equivocamos del todo. Los retrasos no son algo creado en 2020. En las anteriores décadas también había juegos que se retrasaban, algunos incluso con décadas entre anuncio y lanzamiento. Otros sufrían rebrandings y reseteos en pleno proyecto que obligaban a anunciar una fecha totalmente diferente (el caso de Final Fantasy XV, que iba a ser Final Fantasy Versus XIII, es uno de los más evidentes). Pero lo sucedido desde 2020 no tiene precedentes en la industria. Jamás ha habido tantos retrasos seguidos. Y estamos en 2022, han pasado más de dos años desde el inicio del brote.

A lo largo de la etapa COVID, los retrasos eran un mal necesario para evitar casos extremos de crunch. Grupos enteros podían verse obligados a detener su funcionamiento por un positivo en COVID-19, y, para poder cumplir con los plazos, ya sabemos el tipo de cosas que ocurren. Siempre que un retraso se produzca por el beneficio y bienestar de los trabajadores, bienvenido sea. Ejemplos tenemos muchos en los últimos tiempos: Deathloop, Horizon Forbidden West, Gran Turismo 7, Hogwarts Legacy, Gotham Knights y tantos otros.

Hay quien, sin embargo, interpreta de otra manera los retrasos en la industria del videojuego. Según esta teoría, las compañías jugarían con las fechas como estrategias de marketing, prometiendo estrenos inviables y abriendo las reservas, para más tarde retrasar el título con las ventas previas ya atadas y más tiempo para ampliar la campaña de publicidad. Este sería el caso de Abandoned, que sigue generando controversia, o de Cyberpunk 2077, que a pesar de los retrasos seguía sin estar en condiciones de salir al mercado.

Es innegable que gran parte de la culpa viene de querer dar una fecha lo antes posible, cuando todavía no tienes manera de predecir cómo irá el desarrollo. En estos tiempos de hype continuo, donde la expectación es una de las bases del sector, esta medida vaya a desaparecer.

Luego hay casos específicos que son pura coincidencia, en los que la situación global marca la agenda. La saga Advance Wars ha tenido que retrasar dos veces juegos de la franquicia. Una, por el 11-S. Otra, por la guerra de Ucrania.

Luces, cámara, retraso

Entre el cine y los videojuegos hay cada vez más una curiosa retroalimentación. Ambas se copian mutuamente las estrategias de control y difusión de contenido, los grandes anuncios, los tipos de creaciones o las galas. Si hablábamos del FOMO como una de las cosas malas que se comparten entre ambas industrias, los retrasos en las grandes producciones es otra de ellas.

El sector del videojuego se vio muy afectado por la pandemia, pero en realidad las ventas de consolas subieron como la espuma. En el caso del cine fue un colapso absoluto. Todo lo que se estaba grabando se paralizó, las salas de cine cerraron y muchas películas sufrieron y aún sufren las consecuencias de retrasar sus estrenos.

Cuando se trata de grandes universos como el de Marvel, mover una película aplaza necesariamente todas las demás, por lo que un retraso tiene consecuencias bastante serias para los planes de la franquicia. Para el cine, anunciar fechas y no cumplirlas es mucho más perjudicial que beneficioso. No puedes sacar reservas con lo que lo único que puedes conseguir es mantenerte en la conversación, aunque siempre se puede tirar de algún teaser o tráiler extra para mantenerte en el ajo.

Al igual que sucede con los videojuegos, la mayoría de los retrasos en la historia del cine han sucedido a partir de 2020. Prácticamente todo lo anunciado en este periodo ha visto aplazado su estreno. Pero cuesta pensar que, sagas aparte, muchas películas sigan arrastrando complicaciones de la época más dura de la pandemia como para anunciar nuevos retrasos en pleno 2022. El factor de falsas promesas también debe cumplir algún papel, quién sabe si en este caso más dirigido a inversores y accionistas que al público en general.

A veces se pasa por alto que un estreno no influye solo en la vida de los que vemos la película. Detrás de cada producción, ya sea grande o pequeña, hay varias empresas, estudios, inversores o agencias. Es decir, todo tipo de instituciones que puedan tener un papel desde el germen de la idea hasta su llegada a las salas. En estos ámbitos, no es de extrañar que se tengan que cumplir ciertas exigencias y se intenten forzar estrenos en determinadas fechas.

Como es lógico, no siempre se puede estar a la altura, ya sea por problemas de producción, presupuesto insuficiente o un rodaje demasiado complicado, como sucede con 'Avatar 2', que lleva en nuestras cabezas desde que saliera la primera en 2009. La pandemia puede servir de excusa hasta cierto punto. La inmediatez que exigimos en el entretenimiento se está trasladando también a la industria cinematográfica, que se deja llevar por las tendencias y modelos de consumo más actuales, buscando ofrecernos todo cuanto antes, aunque sepan que no van a cumplir.

Hablábamos de la relación directa entre cine y videojuegos en los retrasos. La película de 'Uncharted' se retrasó de 2021 a principios de 2022 y la película de animación de Super Mario que iba a salir a finales de año ya ha sido movida a 2023. Bastante paradigmático.

¿Cómo hay que tomarse estos retrasos?

Es difícil saber lo que lleva exactamente a que algo tenga que cambiar su fecha de estreno. Pero en la mayoría de los casos el problema suele venir de arriba y no de los trabajadores, con frecuencia presionados para cumplir ciertos calendarios. Aunque pueda doler que se retrase algo que esperas con muchas ganas, objetivamente suele ser por buenas razones (mejorar la calidad de vida de los creadores y ofrecer un producto final de mejor calidad). O al menos, dejarnos soñar y ser naífs.

Eso sí, algunas compañías se han empezado a dar cuenta de que ofrecer fechas irreales perjudica más que otra cosa, y han empezado a no ser tan específicos. God of War: Rägnarok lleva anunciando a bombo y platillo que verá la luz en 2022, sin ser más concretos. Seguramente, ni ellos lo sepan, pero al menos no se aventuran. Marvel hizo lo mismo con 'Thor: Love and Thunder', de la que no sabíamos prácticamente nada hasta el reciente tráiler de la película.

Menos gracia hace al consumidor que las empresas directamente jueguen con las fechas para conseguir inversiones y cuadrar las cuentas de sus años fiscales. Nintendo produce clásicos casi de manera constante, pero también es famosa por tener más bien poca consideración por los fans y mantener siempre por delante los beneficios empresariales. Este año anunció el retraso de Zelda: Breath of the Wild 2 un año más, sin tener título, ni un tráiler, ni nada. También adelantó el lanzamiento de Xenoblade 3 para poder retrasar el de Splatoon 3, que muchos critican por lo visto hasta ahora como un copia-pega del segundo. Van jugando como quieren con los productos, moviéndolos a su antojo, sin importar demasiado el fandom que tienen tras ellos.

Ya veremos si esta vez es verdad, aunque que no hayan enseñado nada hace pensar en lo peor
Ya veremos si esta vez es verdad, aunque que no hayan enseñado nada hace pensar en lo peor Nintendo

Eso cuando tienen un plan, porque los hay que simplemente hacen las cosas mal, como el universo DC de Warner, que ha retrasado todas sus películas previstas en un futuro próximo menos 'Shazam 2', que la adelantaron unos meses para luego retrasarla unos días.

Hay muchos más ejemplos. La película 'X' de Ti West aplazó su estreno dos semanas en España sin proporcionar ningún motivo. Los trabajadores de Overwatch 2 han acusado a Bobby Kotick, el ya de por sí polémico CEO de Activision-Blizzard, de dar luz verde al inicio de proyectos ajenos que rápidamente se cancelaban y rompían constantemente la continuidad del desarrollo de Overwatch 2, lo que ha llevado al retraso del esperado juego. Como veis, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En definitiva, salvo que el curso de acción general cambie, las fechas de estreno distan mucho de ser algo fiable. Por lo general los retrasos no son algo malo, simplemente saldrá cuando debería salir, en la fecha en la que se debería haber anunciado. Somos a la vez víctimas y verdugos, por incitar el hype y por sufrir sus consecuencias, como que todos quieren hacer grandes anuncios y prometer cosas que evidentemente no pueden cumplir. Responsabilizar a las empresas adecuadamente, identificando culpables reales, es el primer paso para suavizar el fenómeno del constante posponer.

Se suele formar una negatividad innecesaria cada vez que se anuncia un retraso por los motivos que sea, pero igual hay que saber distanciarse de lo pasional del momento y pensar un poco en todo lo que hay detrás, y simplemente esperar pacientemente a que el juego o la película, esté lista para ser disfrutada. Al final, este es el verdadero objetivo, no es tan importante el cuándo se hace sino el cómo.

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