Responsabilidad afectiva: cómo aprender a comunicarte con aquellos que son importantes para ti
Nadie dijo que las relaciones fueran fáciles, y mucho menos que no hubiera que poner de nuestra parte. Ha llegado el momento de poner en práctica nuestra responsabilidad afectiva para poder construir relaciones sanas y duraderas. Veamos en qué consiste el concepto y por qué es tan importante para los hombres.
28 Junio 2021
|¿Cuántas veces no habremos oído frases como "yo soy así, lo tomas o lo dejas", "solo te estoy diciendo la verdad y si te duele es tu problema" o "no somos nada, no tenemos ningún compromiso, ya lo sabías"? El patrón dominante en todas estas oraciones es la marcada presencia del yo y la ausencia de empatía. Las relaciones sin comunicación y sin empatía están destinadas al fracaso y al dolor, por lo que es importante que trabajemos nuestra responsabilidad emocional para construir vínculos sanos y duraderos. Y no, no estamos hablando solo de relaciones de pareja, sino con cualquier amigo o familiar.
Una persona que adopte frases como las arriba citadas a la hora de interactuar con los demás podría estar actuando al margen de la responsabilidad afectiva, el tema sobre el que centramos este artículo. La responsabilidad afectiva no es solo algo que debamos tener en cuenta, va mucho más allá. Se trata de algo urgente en nuestros días. Vivimos en una época en la que la individualidad, más imperante que nunca, no nos está permitiendo hacernos cargo de nada que exceda nuestros propios límites emocionales. Frases como la de "tienes que pensar en ti", que han sido y siguen siendo tan necesarias, podrían estar teniendo también un efecto adverso si las malinterpretamos. Es necesario entender que cada acto que llevamos a cabo en la vida tiene consecuencias y que, aunque no actuemos de mala fe, debemos hacernos responsables. No, al contrario de lo que te han hecho creer, no estás solo en este mundo y no solo importa lo que te pase a ti.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Pero antes de seguir, vamos a intentar definir el concepto de responsabilidad afectiva, aunque os advertimos de que no tiene una única definición clara, pues estarían entrando en juego innumerables variables y subjetividades. Aun así, y para simplificar, podríamos decir que la responsabilidad afectiva es 'hacerse cargo'. Una persona responsable afectivamente es aquella capaz de hacerse cargo del impacto emocional, de las consecuencias y de las expectativas que sus interacciones podrían estar generando en las personas con las que se relaciona. La responsabilidad afectiva consiste en ser claros, respetosos y empáticos con lo que pueda sentir el otro.
Debido a esto, se ha empezado a usar como una forma emergente para crear conciencia sobre el tipo de relaciones que estamos desarrollando. Muchas veces, buscamos satisfacer nuestras necesidades, pero olvidamos que las personas que tenemos al lado tienen su propio universo de emociones y de sentimientos que podría no ser igual al nuestro. De hecho, lo más normal es que no lo sea. Podemos y debemos vivir nuestra relación sin dependencias y con libertad, pero sin caer en el egoísmo. El problema es que muchas personas tienden a confundir egoísmo y orgullo con amor propio, y es ahí donde empiezan las complicaciones y los dolores emocionales, pues los límites a veces son muy difusos.
¿Cómo se ejerce la responsabilidad afectiva?
Si ser responsable afectivamente consiste en ser empático y ponerse en el lugar del otro, debemos concluir que no es para nada un tarea fácil. Es imposible ponerse en la piel de otro al 100%, ni sentir exactamente lo que están sintiendo los demás, y esto es precisamente algo que debemos tener muy en cuenta para evitar frases como "yo en tu lugar..." en momentos en los que no procede. Dicho esto, podemos intentar acercarnos al lugar del otro lo máximo posible. "¿Qué imagino que espera el otro de mí?" podría ser una pregunta que nos permita entender un poco mejor lo que está sintiendo el otro. O mejor aún, podríamos anticiparnos a ciertas respuestas emocionales con nuestros actos llevados a cabo a conciencia. Ahí estaríamos funcionando con responsabilidad afectiva.
Prevenir antes que curar. Esta frase vale para casi todo en la vida, y cuando hablamos de responsabilidad afectiva, también. Una de las premisas de este concepto es ser honestos y coherentes con nuestras emociones y sentimientos. Eso de que "hay que expresar siempre lo que se siente" es una verdad a medias. Sí, ser capaces de expresar nuestros sentimientos es una virtud, pero dejarnos llevar por la euforia del momento y la irracionalidad puede no serlo tanto. Darle un par de vueltas a las cosas, antes de que salgan de ese espacio inquebrantable que es nuestra mente, puede evitarnos dolores de cabeza a nosotros mismos y, hablando de responsabilidad afectiva, también a los demás. De nuevo y sin querer resultar repetitivos, todo acto trae consecuencias. No podemos predecirlas, pero tal vez sí anticiparnos a algunas de ellas.
Lo más visto
La comunicación asertiva y el establecimiento de acuerdos
La comunicación asertiva consiste en expresar tus necesidades, ideas y sentimientos de forma directa y honesta al mismo tiempo que se es empático y respetuoso con las demás personas. Somos conscientes de que en una época en la que usamos la palabra 'toxicidad' tan a la ligera, no es del todo sencillo hablar de aquello que nos molesta o reclamar aquello que creemos merecer. No obstante, la comunicación es la clave de toda relación, sea del tipo que sea. Recordemos que sentimiento que no se expresa se convierte en resentimiento.
El paso siguiente a comunicarse de manera asertiva es establecer acuerdos. De nuevo, sin importar el tipo de relación, el diálogo y la mediación para encontrar puntos de convergencia será la clave. Pongámonos en una situación de relación de pareja en la que uno de los miembros es más tímido que el otro y tiene problemas para desenvolverse con soltura en el entorno de su pareja, por lo que lo evita, pero no lo expresa. Ahí se podrían ver afectados ambos miembros. Uno por sentirse presionado a relacionarse con personas cuanto esto le produce ansiedad, y el otro porque puede sentirse mal al ver que su pareja no quiere involucrarse en 'su mundo'.
En casos como estos, una muestra de responsabilidad afectiva sería que ambos miembros de la pareja, antes de juzgarse y de buscar la confrontación, empaticen con el otro, se tomen su tiempo para dialogar, y para establecer los acuerdos necesarios para llevar una relación lo más sana y tranquila posible. De esta forma, podremos evitar situaciones de dolor, decepción y frustración que llevarán a la relación por el camino de la amargura. Las relaciones no son algo sencillo y requieren de mucha comprensión y voluntad para que salgan bien. No obstante, ya sabemos de la existencia de una fórmula muy efectiva que puede ayudarnos: empatiza, comprende, pregunta y sincérate. En definitiva, practica la responsabilidad afectiva.