¿Por qué siempre acabamos saliendo con el mismo tipo de persona?
El fenómeno de toparse siempre con parejas con un perfil psicológico parecido tiene un nombre propio y también un explicación. Las vivencias de la infancia y la relación con los padres tienen un papel muy importante en cómo nos relacionamos sentimentalmente en la edad adulta. ¿Es posible salir del bucle?
14 Octubre 2021
|Cuando una relación tormentosa llega a su fin, la mayoría de las personas, consumidas por el dolor que supone, juran y perjuran que nunca volverán a caer en algo así. Sobre todo porque, en este tipo de casos, solemos cargar con toda la culpa al otro, y claro, no nos podemos permitir volver a cruzarnos en el camino a una persona así de despiadada. Al principio todo parece estar muy claro hasta que, ¡oh sorpresa! pasados unos meses volvemos a estar en una situación parecida.
Existe un fenómeno muy curioso por el cual muchas personas tienden a fijarse siempre en el mismo tipo de personas. No estamos hablando de cuestiones de prototipos, ni de rubias o morenas; hablamos de algo mucho más profundo que está albergado en el subconsciente. Aunque a priori no tenga sentido volver a vivir aquello que nos hizo daño, este fenómeno ocurre con mayor frecuencia de la que nos gustaría y además tiene un nombre propio: 'dating deja vu', haciendo referencia a aquel término francés que todos conocemos.
¿Por qué repetimos siempre el mismo patrón?
Un estudio de la Universidad de Toronto intentó dar una explicación a ese fenómeno por el que nos enamoramos del mismo tipo de persona una y otra vez. Los investigadores concluyeron que, aunque al terminar una relación insatisfactoria la mayoría de la gente se promete no volver a pasar por aquello, existe una tendencia en el subconsciente que solo permite sentir interés por personas que cumplan con un patrón ya establecido.
Tanto este estudio como otros tantos sobre la materia han descubierto que las personas se relacionan en la edad adulta de la manera en la que aprendieron a hacerlo con sus padres durante la infancia. De esta forma, si las relaciones con los progenitores fueron sanas, agradables y satisfactorias, encajaremos con parejas con las que podamos tener una relación parecida. Si, por el contrario, las relaciones con los padres fueron insanas, tóxicas o insatisfactorias, llegarán a nuestra vida personas con las que podamos repetir los mismos conflictos. Dicho así, suena todo demasiado simple, pero es más complejo.
Nuestra personalidad se va forjando desde que somos pequeños, así como los patrones de comportamiento que seguimos, nuestros miedos, inseguridades o carencias emocionales. Hablamos de los padres porque, en la mayoría de los casos, son los primeros y principales implicados en el desarrollo de todos estos factores. No obstante, también pueden existir otros actores que hayan dejado una huella emocional en nosotros que nos marque de por vida.
¿Y si en realidad nos estamos mirando en un espejo?
Otra de las explicaciones hacen referencia a los vacíos emocionales o de personalidad con los que crecemos. En algunos casos, las personas tratan de encontrar rasgos de personalidad que creen que les faltan para así poderse sentir más 'completos', o, dándole la vuelta al concepto, buscan parejas con problemas similares a los suyos para sentirse más acompañados o para no sentirse en una situación de inferioridad.
Lo más visto
Esto último suele ser lo más común, o por lo menos lo más fácil de percibir. Seguro que más de uno aquí conoce a alguna persona (o ha sido una de ellas) que se dedica a criticar los defectos de su pareja o ex, cuando la realidad es que son un vivo retrato de los suyos. Aquí la ley de los opuestos que se atraen no funciona, pues es todo lo contrario. Por ejemplo, si una persona no para de encontrarse con parejas con conductas celosas, lo más probable es que también tenga problemas de autoestima y de seguridad en sí misma.
Al principio de una relación, todo es color de rosa. La fase del enamoramiento, si bien es la más intensa de todas, también es la más superficial. Solo somos capaces de ver las virtudes y todo aquello que nos hace pensar que esta vez va a ser diferente. No obstante, aunque podamos pensar que eso es todo, la atracción también se está produciendo de manera inconsciente y siguiendo estos patrones de los que ya hablamos.
Si esto no fuera así, ¿cómo explicamos la típica de "tiene todo lo que cualquier persona pudiera desear, pero no sé por qué a mi no me gusta". En la atracción entre dos personas juegan factores mucho más profundos y no todo se puede apreciar a simple vista o tiene que ser perfectamente lógico. Por eso, a veces solo es cuestión de tiempo que esa copia de la copia salga a flote. No es que haya estado escondida, es que no fuimos capaces de verla, pero sí de sentirnos atraídos.
Aprendiendo a romper la tendencia
Por esa razón, no debemos juzgarnos ni juzgar a las personas que se torturan una y otra vez con el mismo tipo de pareja. Simplemente, debemos intentar salir de bucle. Si bien hablamos de patrones del subconsciente, nadie dice que estos no puedan modificarse. Por supuesto que al ser patrones con los que hemos vivido toda la vida no es del todo sencillo identificarlos, pero una vez lo hagamos, el proceso de toma de conciencia dejará de parecer tan difícil.
Lo primero que hay que hacer es identificar nuestros miedos y darnos cuenta de qué es aquello por lo que nunca queremos volver a pasar. Por eso es importante hacer un análisis de semejanzas entre todas las parejas y así descubrir qué efecto tenía 'x' característica en ti: si te recuerda a alguien de tu infancia, si te hace sentir inferior o si eres capaz de percibirla en ti mismo. Solo así podrás romper con ese patrón de comportamiento.
Como casi todo la vida, el amor propio es otra de las grandes claves. Es cierto que estar en pareja aporta un millón de cosas positivas, pero si no hemos aprendido previamente a estar bien solos, con nosotros mismos, lo que al principio puede parecer maravilloso, se puede acabar convirtiendo en una tortura. Es importante aprender a querernos y a conocernos bien para poder ofrecer al mundo una versión de nosotros mismos que solo pueda atraer a personas a la altura.