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¿Cuál es el origen de la Furia Española, el antiguo apodo de la selección?
Antes de la época más gloriosa de su historia y del juego basado en el buen trato de balón, a la selección española se la relacionó siempre con la disciplina, la garra y el coraje. El apodo de aquel entonces era el de Furia Española. Pero, ¿de dónde viene esta denominación?
03 Marzo 2020
|Tan importante es ser como parecer. Y más en el fútbol, un deporte muy complejo en el que 22 jugadores interactúan y donde la visión de cada persona es única y casi intransferible. Esto provoca que, cuando un equipo quede asociado a una identidad, le sea muy complicado desprenderse de ella pase lo que pase en el campo, juegue como juegue. Bien lo saben los equipos italianos, por ejemplo, a los que se relaciona automáticamente con el famoso 'catenaccio', lo practicasen o no.
También lo sabe la selección española, que no se quitó el sambenito de 'Furia Española' hasta que ganó la Eurocopa 2008 con el estilo y con los jugadores de los que ya todos hemos leído y escuchado muchas cosas. Fue ahí cuando pasó a convertirse en 'La Roja', más allá de las reticencias de chilenos y tipos de extremo centro. Durante una época, daba igual que España produjese futbolistas finos como Julen Guerrero, Juan Carlos Valerón o José Luis Pérez Caminero, el apodo de la Furia Española siempre estaba allí, pero, ¿de dónde nació esa asociación tan estrecha?
Una denominación que se remonta a 1920
Tradicionalmente, se le ha relacionado mucho con el periodo franquista. Y es cierto que durante el franquismo interesó vender esa imagen de furia, de virilidad, de garra y de disciplina casi militar de la selección española, pero realmente para conocer el origen de esta denominación tenemos que viajar todavía más atrás en el tiempo. Concretamente a los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, en los que la selección de futbol de España se llevó la medalla de plata después de perder la final por 3-1 contra los Países Bajos.
Pero el mote no viene de la final, sino de otro partido, contra Suecia. Un choque duro, muy duro, según la palabra de Rubryk, cronista del ABC, que en su texto sobre el partido describió de manera ilustrativa cómo debió ser la situación: "aquella tarde, la del jueves, se jugó el partido más bárbaro, más brutal que se habrá visto en campo alguno de fútbol. (...) Sonaban los huesos. La leña se daba por ambos lados, sin consideración, siendo milagroso el que no hubiera graves incidentes". Las características del partido fueron lo que le debieron evocar a un periodista neerlandés, quien fue el inventor de la asociación, la Furia Española, que quedaría ligado a la selección durante décadas y décadas.
Ya antes del pitido inicial el encuentro fue accidentado por un fallo del Comité Olímpico belga. En un principio los suecos no se iban a presentar, pero cambiaron de opinión, decisión de la que equipo español no se enteró hasta última hora. Entonces, se les comunicó que o jugaban o serían eliminados automáticamente. Después de barajarse varias opciones, finalmente se optó por jugar el partido.
Los españoles no solo jugarían, sino que acabaron ganando después de remontar el gol inicial de los suecos. De ese encuentro es la frase "¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!" de Belauste, uno de los integrantes del equipo, que además ese día jugaba tocado y del que, en la crónica del ABC se dice que: "materialmente falto de facultades hizo prodigiosos milagros atacando y defendiendo". Tan prodigiosos fueron esos milagros en ataque que marcaría el gol de la igualada.
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Ahora que sabemos cuándo la selección española y la denominación de Furia Española se unieron, tenemos que retroceder mucho más en el tiempo para conocer a qué se llama Furia Española, de dónde viene ese término. Pues hay que remontar un poco más. Bueno, quien dice un poco dice a 1576, en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II. Eso sí, espacialmente no hay que desplazarse porque el origen también está en Amberes.
Lo primero que hay que saber es que en 1575 se produjo la segunda quiebra de la Hacienda Real. Esto tuvo como consecuencia los impagos a las tropas destinadas en Flandes, que empezaron a robar y saqueaban a la población. En este contexto se enmarca el motín de Alost por parte del tercio de Valdés y también la reacción del Consejo de Estado de los Países Bajos, que autorizó la reacción a los ciudadanos para que echasen a todos los españoles presentes en Amberes.
Asediados en el castillo de Amberes, las tropas allí destinadas acabarían recibiendo la ayuda de los amotinados en Alost y, pese a seguir en minoría, se impusieron a los rebeldes. Sin embargo, la victoria de los tercios no los apaciguó, sino que acto seguido saquearon la ciudad e incluso incendiaron el ayuntamiento, donde se refugiaban rebeldes. A estos hechos, en Países Bajos y Bélgica, se le denominaría Furia Española.