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Es hora de decir basta: el Mundial de Fútbol de 2022 no puede jugarse en Catar
La detención de Michel Platini, expresidente de la UEFA, por un presunto delito de corrupción en torno a la elección de Catar como sede del Mundial 2022 es la gota que colma el vaso. Este Mundial no puede disputarse allí.
18 Junio 2019
|Seamos sinceros. ¿A quién le ha sorprendido la detención de Michel Platini? El expresidente de la UEFA, suspendido actualmente por la FIFA de "cualquier actividad relacionada con el fútbol", ha sido arrestado en el marco de una investigación sobre el Mundial de Catar de 2022, según Mediapart. Una comida de 2010 en el Palacio del Elíseo, en la que también se encontraban el expresidente de la Repúbica Francesa Nicolas Sarkozy y el actual emir catarí, Tanim Ben Hamad Al Thani, es el principal centro de las sospechas por parte de la Fiscalía, que abrió en 2016 una investigación sobre la posible elección fraudulenta de la candidatura de Catar.
Las sospechas sobre la legalidad en la elección de un país como el asiático, al que le sobra dinero pero le faltan multitud de cosas elementales para congregar un evento de esta magnitud, han estado presentes desde el primer día que se hizo oficial. A la espera de la resolución final del caso por parte de la Fiscalía, la detención de Platini (y lo que queda por descubrir) es un golpe que debería ser definitivo (pero no lo será) al proyecto y al modelo de la FIFA. El Mundial de 2022 no debe celebrarse en Catar.
Un nuevo episodio de la corrupción institucional de la FIFA
Podríamos enumerar una larga lista de motivos del porqué no debe jugarse allí, pero lo dejaremos en tres. El primero tiene que ver con los dos párrafos anteriores. No hay un Mundial sin sospechas de corrupción, y así no se puede continuar, denigrando el fútbol con cada nueva elección. La FIFA de Blatter demostró ser y estar corrupta en todos sus estamentos, con trapicheos de una y otra federación, sedes elegidas por soborno y no por ser la mejor propuesta y multitud de escándalos que propiciaron su dimisión en 2015. Seis años antes, en 2009, el propio Blatter anunció a Catar como sede del Mundial de 2022 al haber ganado la votación, aunque él siempre se manifestó en contra.
Varios medios ingleses apuntaron en su momento que, si dicha elección fue posible, fue gracias a Mohammed bin Hammam, expresidente de la Confederación Asiática y uno de los principales hombres del fútbol catarí, por sobornar presuntamente a una treintena de miembros de la FIFA con 3,6 millones de euros a cada uno para conseguir su voto por la candidatura de Catar. Actualmente Mohammed bin Hammam está sancionado de por vida por la FIFA, pero la sede siguió adelante. No es el único escollo que ha tenido que superar esta candidatura en la última década, ante el silencio del máximo organismo futbolístico.
Más de 1.200 obreros muertos
La corrupción debería ser motivo suficiente como para echar atrás el proyecto catarí, pero lo más denunciable no es eso, sino la situación que viven los obreros encargados de tener a punto el Mundial para 2022.
Según la plataforma 'Playfair Qatar', afiliada al Congreso de Sindicatos de Gran Bretaña, solo de 2012 a 2014, cuando empezaron seriamente las obras, murieron más de 1.200 obreros de Nepal, India y Bangladesh. Y esos son los reconocidos y registrados, la cifra real será mucho mayor. En total se calcula que, cuando eche el balón a rodar, serán unos 7.000 los fallecidos; muchos de ellos por el desprendimiento de objetos o por caídas desde lo alto de las infraestructuras, pero la inmensa mayoría por las condiciones extremas a las que se ven sometidos.
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Unas condiciones que van reñidas ya no solo con el derecho de los trabajadores, sino con los propios derechos humanos. En Catar, los empleados migrantes, y más los que ganan poco dinero, están sumamente explotados por sus jefes gracias al Sistema Kafala, una jurisdicción popular en países de Oriente Medio que trata a los trabajadores de la construcción de otros países como esclavos a merced de sus amos, que tiene todo el poder sobre ellos. Los sueldos son irrisorios, si los hay, y las situaciones a las que se ven forzados los trabajadores terminan con muchos de ellos. Además, el visado les es requisado por sus dueños, que solo les dejarán volver a su país natal cuando ellos quieran. Parece el siglo XVI, pero es el XXI. Catar abolió el Sistema Kafala en 2016 tras las denuncias de numerosos organismos internacionales. Que las condiciones de los obreros en el Mundial hayan mejorado realmente es otra cosa.
Catar, un país alejado de cualquier signo de libertad
El tercer gran motivo por el que Catar no debería ser la sede del Mundial es por las condiciones sociopolíticas que presenta el país. Sin elecciones desde 1970, un estado absolutista bajo el régimen de la Sharía en el que la mujer sigue estando claramente discriminada (el presidente de Qatar Airways ha descartado que la empresa la vaya a llevar una mujer, por poner un ejemplo) y la homosexualidad castigada. Por mucho que nos intenten mostrar una imagen amable y de progreso, las circunstancias son las que son. ¿El evento más importante del panorama futbolístico debe realizarse en un país así?
Parece que la FIFA no tiene impedimento en ello. Desde luego, por motivos puramente deportivos o sociales no creemos que sea, así que solo nos queda el factor económico. Mientras, las principales ligas europeas se ven forzadas a modificar el calendario, porque las altas temperaturas del país obligan a disputar el Mundial en los meses de noviembre y diciembre, el primero de la historia en jugarse en estas fechas. Poderoso caballero es don dinero... Pero no todo vale. O al menos no debería.