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Así es la realidad de los niños luchadores de muay thai en Tailandia: explotación, riesgo de muerte y sumisión a las mafias
Los combates de Muay Thai entre menores se han convertido en objeto de polémica en Tailandia, dejando en evidencia la estrecha relación entre este mundo y aspectos como las apuestas o el control de las mafias.
19 Febrero 2019
|El estadio se queda a oscuras, un foco de luz apunta hacia la salida de vestuarios, el público enloquece y resuena el grito de la marabunta para recibir al campeón. La música que se escucha por el sonido ambiente es una canción de rock and roll, AC/DC para ser exactos. Se respira la tensión, que se puede cortar en el aire hasta con un cuchillo de mantequilla.
De repente, una figura se levanta en medio de la masa. No parece un hombre muy grande pero es luchador. Desde lejos se puede apreciar que va vestido con las prendas características de la lucha tradicional tailandesa. De cerca, el gladiador no pasa del metro y medio de altura ni de los 50 kilos de peso. En realidad no es más que un niño, un menor que soporta la mayor de las presiones, tanto por la responsabilidad con su familia, ya que si no gana esta pasará hambre, como por su estado físico, pues no quiere ser el siguiente de una larga lista de niños muertos en el ring. Pero ya no hay marcha atrás, aunque tenga miedo, tiene que luchar. Suena la campana y se encomienda a sus propios puños, porque ya no cree en ningún dios que le pueda salvar.
Esta misma historia se reproduce cada día en Tailandia. Se calcula que 200.000 niños pelean de forma competitiva en combates de muay thai. En noviembre de 2018 una noticia estremeció a toda la sociedad tailandesa, cuando un niño de tan solo 13 años falleció a causa de un derrame cerebral provocado por una serie de golpes que su rival le propinó en la cabeza cuando ya estaba noqueado en lona. El debate ha conseguido calar hondo en el país y su gobierno se plantea firmemente la prohibición total del boxeo infantil.
No lo tendrán fácil, ya que tanto los amantes de este deporte como los propios niños luchadores y las mafias que los controlan se oponen firmemente a esta medida, lo que no vaticina buenas noticias para los abolicionistas.
Lo primero, ¿qué es el muay thai?
El muay thai es un arte marcial y deporte de contacto en el que se pueden utilizar tanto puños, como rodillas, codos y piernas para derrotar al rival. Por esta misma razón se le denomina como 'lucha de los ocho miembros'.Semánticamente significa, con traducción literal, 'Lucha Tailandesa'. Es la disciplina más extendida dentro de la MMA (artes marciales mixtas). Las competiciones destacan por la violencia de los golpes, por la explicitud de las heridas y por el predominio de Tailandia como potencia mundial.
Según estudios que analizan la letalidad de los golpes de las artes marciales, tanto las patadas como los codazos propios del muay thai son los golpes que más fuerza descargan en el rival después de la patada ascendente de la capoeira. Para comprobar lo devastador que puede ser un codazo ejecutado por un luchador profesional de boxeo tailandés no hay más que ver las secuelas que tuvo que soportar un luchador francés llamado Jeremy después de recibir un codazo brutal en el centro de la frente. Y no, no es un montaje.
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Tailandia no quiere prohibir su tradición
La tradición que rodea al muay thai es tan fuerte y antigua que la mayoría de la población cierra filas para defender su continuidad. En el mismo combate se puede apreciar, por ejemplo, que las vestimentas que llevan los luchadores se remontan a 300 años a.C. Además, antes de empezar el combate se realiza una especie de ritual para que el rey perdone las transgresiones que van a ocurrir en el cuadrilátero. Toda esta mística genera un aura de santidad que rodea al mundo del muay thai, haciendo más difícil todavía su regulación.
Aunque no es solo la simple tradición. Desde hace unas cuantas décadas las mafias han ido apropiándose de los combates poco a poco hasta conseguir controlar la mayoría de duelos, sobre todo aquellos que no son oficiales y pueden desarrollarse en un ambiente más clandestino. Por ende, controlan casi la totalidad de los combates de niños, haciendo caja a un nivel inimaginable a costa del sudor y sangre de menores cuyo destino está obligatoriamente relegado a unos guantes. Y como puedes imaginar, el poder de la mafia en un país políticamente inestable es brutal.
Por otra parte, los padres de los niños tampoco quieren ver peligrar una fuente de ingresos que ayuda mucho. Según el combate, por norma general, un niño cobra el equivalente a 100 euros por combate, gane o pierda. Si gana por K.O, la cifra máxima en un combate clandestino de nivel medio rondaría los 1.000 euros. Pueden luchar dos o tres veces al mes como mucho, ya que después de un combate de estas características es más que necesario el descanso, por no decir que lo suyo es pasar un tiempo en el hospital. Así pues, estos niños pueden llegar a conseguir un máximo de unos 3.000 euros al mes si ganan todos los combates. Una cifra importante, pero ¿a costa de qué? De perder su inocencia con apenas diez años.
Evidentemente la opinión de los niños no puede ser considerada, porque a su edad no han podido desarrollar un pensamiento crítico que les ayude a decidir si esa es la vida que quieren llevar. Es más, al poco tiempo de pasar los diez años, muchos niños tailandeses son 'expulsados' del hogar para dedicarse de forma plena al entrenamiento. No pueden decidir, han sido adoctrinados hasta la médula y consideran que el cuadrilátero es su destino, aunque el miedo en sus ojos antes de comenzar un combate revela la situación de estrés a la que están sometidos.
La trágica realidad de los niños luchadores
El niño fallecido en noviembre de 2018 a causa de un derrame cerebral competía desde los 8 años. En total disputó la friolera de 170 combates, casi tres por mes. Los médicos tailandeses están cansados de advertir que someter el físico de menores de 15 a golpes periódicos aumenta drásticamente la probabilidad de sufrir daños cerebrales, pero los consejos clínicos se ignoran sistemáticamente. Ahora pensemos en la situación del niño que mató a su compañero 'deportivo'. Él simplemente quería ganar el combate y se le educó con la idea clara de que si tu rival cae noqueado, debes rematarlo. Ese niño ya lleva una muerte a sus espaldas, un trauma que ni los más adultos y veteranos soldados saben sobrellevar. Urge evitar el sufrimiento de ambas partes.
Unos 200.000 niños menores de 15 años practican lucha tailandesa, un número que contrasta con los datos arrojados por estudios de investigación que aseguran que solo unos 10.000 niños combaten de forma legal y federada. Es decir, que solo el 5% de niños menores de 15 años compite de forma regulada, con seguridad y garantías deportivas. El 95% restante se juegan su vida cada vez que suben al cuadrilátero.
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Los padres explotan a sus hijos, ya que arriesgan la salud presente y futura de sus descendentes y además los privan de los beneficios económicos, gestionando el dinero que ellos ganaron. Aparte de que violan varios principios de la declaración de derechos del niño de la ONU, como puede ser el derecho a la salud, a la prioridad, a al educación, al descanso, al amor o a la comprensión. Si el niño, además de entrenar y luchar, debe sacar adelante sus estudios no es que esté explotado, es que está sobreexplotado: sostiene económicamente a la familia, intenta sacar adelante sus estudios pero no tiene derecho a descansar.
Lo más cierto de todo este debate es que no se busca eliminar la cultura del muay thai, lo que se está exigiendo al gobierno tailandés es que regule las peleas entre menores y que se prohiban por ley aquellas en las que compitan menores de 15 años, por el peligro que supone para su salud practicar un deporte de riesgo en plena etapa de crecimiento.
Evidentemente, la cultura de disciplina que imparte este arte marcial impregna de buenos valores a los niños, como son el honor o la perseverancia. El deporte es muy bueno para fomentar estas buenas prácticas y alejar a los menores de la droga o la delincuencia, pero nunca se debe sacrificar la libertad de decisión de un niño para que adopte ciertas aptitudes. Los más críticos con el gobierno advierten que todos los grandes combatientes comenzaron a luchar a los siete años, pero no se niega que no puedan practicar el deporte y entrenar desde niños, sino que se busca la prohibición de las competiciones fraudulentas y peligrosas para el menor, así como las apuestas y las mafias que lo sostienen.
Si Tailandia quiere dar un paso adelante en el progreso de su país, quizás sea el momento de perseguir de forma definitiva todos esos combates con niños menores de 15 años y de paso terminar con el gran mercado de apuestas sin regular, aquel que subsiste a base del sudor y sangre de niños relegados a luchar.