Funimation
La historia del anime en España: de sus orígenes al fenómeno actual
Esta es la historia del proyecto cultural que consiguió tender un puente entre las islas del país del sol naciente y el resto del mundo, incluido España.
27 Junio 2022
|El anime, abreviación de la palabra japonesa animeeshon, que a su vez es una traducción del inglés animation, se ha convertido en la palabra con un significado único para designar a toda producción ubicada en el espectro de la animación japonesa, aunque cada vez está más expandido al producto asiático en general.
Hoy en día, el anime es uno de los productos culturales más globalizados y el más consumido de la cultura japonesa. Resultaría difícil encontrar a alguien con menos de 40 años que no reconozca 'One Piece', 'Naruto' o 'Dragon Ball', en función de la generación en la que se encuentre.
El origen del manga y el anime
Aunque en España llegó de una manera tardía y un tanto complicada, como veremos más adelante, en los sesenta Japón ya estaba produciendo grandes animes y distribuyéndolos en muchos países. Pero es que este género a su vez tiene sus raíces en el manga, la forma literaria de contar estas historias a través de viñetas y caricaturas.
Sobre el origen del manga hay cierta controversia. Se suele aceptar como el mayor antecedente del género a los Chōjū-jinbutsu-giga, unos rollos pictóricos realizados entre los siglos XII y XIII. No obstante, la palabra manga y los verdaderos indicios de lo que entendemos como manga no tuvieron lugar hasta el siglo XIX. Fue en este momento, cuando el autor Katsushika Hokusai publicó su obra 'Hokusai Manga', acuñando la palabra 'manga' que más tarde se ha asociado a este género literario en el que se cuenta una historia a través de dibujos, una variante de novela gráfica con estilo propio.
El anime no tardó mucho más en comenzar su viaje. Desde 1910, diversos autores empezaron a explorar esta idea con pequeños cortos de unos pocos segundos o minutos, en un tono similar al que en ese momento en París se experimentaba con las posibilidades del cine.
Sin embargo, esto se vería interrumpido por el surgimiento del fascismo japonés y la guerra del Pacífico. Con el fin del conflicto llegó el periodo de ocupación estadounidense, que transformó la cultura japonesa, y con ella el manga y el anime, al inspirarse de los cómics y la animación de Disney que traía Estados Unidos a la isla.
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Al absorber el estilo y la forma de producción y distribución estadounidenses, el anime alcanzó una nueva dimensión, atravesando las fronteras del país y convirtiéndose en un fenómeno global. En 1963, 'Astro Boy' se hizo popular mundialmente. Diez años después, 'Doraemon' seguiría su estela. El anime era ya imparable.
La llegada del anime a España y la polémica que estuvo a punto de acabar con él
En sus orígenes, el anime presentaba una opción más económica de obtener dibujos animados que añadir a la programación de las cadenas. Gracias a que Japón puso en el mercado un tipo de contenido idéntico o incluso mejor que la animación nacional del momento, y más barato, fueron muchos los países que no dudaron en subirse al carro del anime y de paso ahorrarse la diferencia.
Eso hizo también España, incluso durante la dictadura. El primer ejemplo de anime que pudimos apreciar en nuestro país fue 'Kimba, el Leoncito Blanco', estrenada en TVE el 28 de septiembre de 1969. Dos años después se estrenó también 'Meteoro, el coche gigantesco'.
El anime japonés, en comparación con la animación que estaba triunfando en ese momento, tenía un argumento más complejo y se presentaba de forma seriada, es decir seguían una narrativa de forma lineal y no episódica como, por ejemplo, sucedía con 'Los Picapiedra' o 'El oso Yogui', lo que consiguió ganarse a adultos y niños por igual.
El verdadero boom del anime en España tuvo lugar en la década de los 70, con dos animes que enamorarían a una inmensa parte de la población, pero que también complicarían la recepción de este tipo de series en nuestro país. La primera fue 'Heidi, la niña de los Alpes' que llegó en 1975 y que rápidamente se volvió lo suficiente popular como para generar una inmensa cantidad de merchandising.
La segunda, todavía más importante, fue 'Mazinger Z, el robot de las estrellas', que aterrizó en 1978. A pesar de que Mazinger sigue siendo una de las series más recordadas en nuestro país (incluso cuenta con una estatua gigante en la provincia de Tarragona única en el mundo), la realidad es que dio lugar a una gran cantidad de polémicas hasta que su emisión fue cancelada por su contenido violento y pernicioso. Apenas un tercio del total de las aventuras de Mazinger se pudieron disfrutar en España.
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Esto abrió el debate entre padres y educadores sobre si se debía permitir que dibujos animados supuestamente dirigidos a niños tuviera contenido sexual o violento. Por eso, la década de los ochenta, vendida en general como la década de la libertad en España, estuvo marcada por un anime más claramente infantilizado, más cercano a Heidi que a Mazinger.
La televisión autonómica reunió las siete bolas de dragón para revivir el género
El verdadero punto de inflexión, y la salvación del anime en nuestro país, llegó de la mano de las televisiones autonómicas, que comenzaron a adquirir series japonesas de toda clase y condición. De entre ellas sobresalió una, 'Bola de dragón' ('Dragon Ball'), un éxito sin precedentes entre los jóvenes desde finales de los 80 y durante toda la década de los 90 gracias a su secuela, 'Dragon Ball Z'.
Sin embargo, al igual que pasó con Mazinger, hubo un cierto sector que la criticó duramente por su excesiva violencia (y eso que la serie llegaba censurada eliminando la sangre) y sexualización de los personajes femeninos, algo que sigue siendo la parte más deplorable y criticada del género. Al margen de las polémicas más o menos justificadas, 'Dragon Ball' fue un éxito tan grande en España que revitalizó y permitió asentar definitivamente el anime en nuestro país.
Tras la popularidad de 'Bola de Dragón', una recién estrenada Telecinco fue la primera cadena que supo reconocer el tirón que tenían los animes entre la gente joven, estrenando a lo largo de la década de los 90 series como 'Campeones: Oliver y Benji' o 'Los Caballeros del Zodiaco'. Como todos sabemos, la jugada le salió a la perfección, creando una legión de amantes del anime como ningún otro producto cultural lo había hecho.
El tren del 'manganime' en España ya no volvió a detenerse en seco. El Salón del Manga de Barcelona abrió sus puertas en 1995, y el Salón del Manga de Jerez lo hizo en el 2000. El cambio de milenio nos trajo también nuevas series que marcaron un antes y un después en el entretenimiento, desde 'Shin-chan' a 'One Piece' o 'Naruto'. También el desarrollo del merchandising, y finalmente, el cosplay y los fanzines, dando lugar a más y más eventos en los que poder convertirse en tu personaje favorito o exponer tus historias, concursos, reuniones, asociaciones... En fin, se había creado todo un mundo de posibilidades.
Y no podemos olvidarnos de otro doble fenómeno que se fusionó también con el auge de la industria del videojuego: el de 'Pokémon' y 'Digimon'. Lo mismo sucedió con los juegos de cartas y 'Yu-Gi-Oh'. En 2011 se celebró por primera vez la Japan Weekend en Madrid, creando un gran evento en el que juntar todas estas partes relacionadas con el anime en un solo lugar.
El anime en España, en la actualidad
Para la década de 2010, la situación era complicada. El fandom español del anime era demasiado grande para el limitado protagonismo de estas series en las principales cadenas televisivas, que no ofrecían suficientes opciones ni traían a todas las series que triunfaban en Japón y en otros países. Gran parte de lo que llevamos de siglo XXI ha estado por marcado por las comunidades virtuales en las que fans publicaban y traducían las series japonesas en diferentes sitios web. Lo mismo pasaba con el manga, ya que las editoriales iban con retraso y elevaban demasiado el precio.
Hoy en día, esto se ha reducido (aunque no eliminado) gracias a las plataformas de streaming, que han añadido numerosos animes a su catálogo. Además, el papel de Selecta Visión como principal distribuidora del anime en España ha sido fundamental, trayendo constantemente películas a las salas de cine, ofreciendo versiones físicas de series y películas y ediciones limitadas o de coleccionista. En el caso del manga, su popularidad ha hecho que, incluso en los principales grandes almacenes del país, haya una sección dedicada a este tipo de novela gráfica, por no hablar del aumento de las tiendas especializadas.
El anime es hoy ampliamente internacional. La inmensa mayoría de los ingresos que reciben son de otros países, y de entre ellos, España es uno de los mercados principales. Sobra decir que, a pesar de las críticas que ha recibido históricamente, la discriminación de varios sectores de la población contra aquellos a los que le gusta este tipo de cultura, o los numerosos intentos de catalogarlo como algo no apropiado y retirarlo, el anime en España ha conseguido mover más dinero del que jamás se hubieran podido imaginar hace más 50 años, cuando empezó su andadura todavía con Franco al mando.