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6 proyectos faraónicos que terminaron mal
La humanidad se ha caracterizado por su ambición, para bien y para mal. A lo largo de la historia, se han planteado proyectos de grandes dimensiones que no han podido realizarse. Un tren con trayecto América-Europa, una esfera espacial o una ciudad andante figuran entre los más destacados.
18 Junio 2019
|La especie humana siempre ha querido su etnocentrismo. El ansia de dejar una huella perdurable después de su paso. La ambición se ha medido siempre por la construcción de proyectos arquitectónicos que buscaban demostrar el ingenio y la visión de unos pocos que se autodenominaban genios.
Grandes vías de comunicación intercontinentales, una esfera espacial o el intento de emular las pirámides egipcias, son algunos de los grandes proyectos faraónicos que se han intentado acometer, pero que no han conseguido llevarse a cabo.
Un AVE intercontinental
Frank Davidson, ingeniero en el Instituto Tecnológico de Massachussetts, ideó un plan para poder conectar el continente europeo y el americano a través de una vía submarina. Unir los casi seis mil kilómetros que los separan y recorrerlos en tren. Evidentemente, no fructiferó. A ver quién se encargaba de los costes...
Esta idea se asocia con la novela 'El túnel', de Bernhard Kellermann, escrita en 1913, considerada como una de las obras más exitosas de la primera mitad del siglo XX. Lo que ocurre en su desarrollo (a grandes rasgos) es el intento de hacer un túnel que una los dos continentes, pero que sufre problemas a la hora de su construcción, y que una vez está realizado, queda obsoleto por los avances en los transportes aéreos.
Julio Verne también se atrevió a fantasear con esta idea (incluso antes que Kellermann) en su obra 'Un Expreso del Futuro', donde llega a describir los detalles de ese túnel: "[...] más de 3.000 millas de tubos de acero, pesando más de 13 millones de toneladas, fueron requeridas, con un número de barcos necesarios, para el transporte del material de 200 naves de 2.000 toneladas, cada una haciendo treinta y tres viajes".
La ciudad piramidal
Las pirámides de Egipto siempre han sido monumentos enigmáticos. Su misticismo ha servido como caldo de cultivo para las teorías de la conspiración. Su origen, a priori cruel y sangriento, se ha visto siempre cuestionado por muchas personas, que se apoyan en que los jeroglíficos muestran recreaciones de ciertos aparatos que son muy avanzados para aquella época.
Lo más visto
Esta obsesión las infraestructuras egipcias se trasladó a Japón, país donde, en busca de imitar y extender la cultura egipcia, se quiso llevar a cabo la construcción de una ciudad insertada en el interior de una pirámide.
El proyecto fue impulsado por Shimizu Corporation, que proponían que la construcción fuese en la bahía de Tokio. Este plan buscaba una alternativa para resolver el problema de espacio de la ciudad. Se calcula que sus dimensiones superarían en 14 veces a las pirámides egipcias, albergaría hasta un millón de personas, y su altura llegaría a los dos kilómetros.
Poner puertas al campo
El proyecto Atlantropa fue ideado por el arquitecto alemán Herman Sögel, y además de ser uno de los más recientes, quizá haya sido de los más disparatados. La función que querían realizar era la construcción de una presa a nivel europeo para el mar Mediterráneo.
El proyecto se embarcó en una época convulsa en Europa (años 30 y 40), donde surgieron el fascismo y el comunismo, que provocaron una fractura en el continente. Se interpreta que Herman querría haber mejorado la situación económica y social de Europa al querer llevar a cabo esta unión.
El cierre del mar Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar hubiera provocado un descenso de entre 100 y 200 metros según la zona, lo que habría permitido el aprovechamiento del terreno para la construcción de nuevas ciudades portuarias.
No obstante, según señala Carlos Arteaga, profesor de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, las consecuencias naturales hubieran sido catastróficas para las poblaciones situadas en torno al Mediterráneo de haberse llevado a cabo este proyecto gigantesco.
Megaconstrucciones en el espacio
El científico Freeman Dyson escribió en 1960 un artículo en la revista 'Science', llamado 'Búsqueda de fuentes estelares artificiales de radiación infrarroja'. En él, Dyson planteaba la construcción de una megaestructura esférica que tuviese las dimensiones de una estrella.
La intención que él planteaba en aquel artículo era que esta construcción posibilitaría a una sociedad avanzada, aprovechar la energía lumínica y térmica del astro en su totalidad.
El científico no publicó detalles sobre el proceso de construcción de este proyecto, pero sí dejó las propiedades térmicas particulares que deben darse para encontrar vida extraterrestre. La pretensión de Dyson era que estas sociedades avanzadas fuesen extraterrestres que se encargarían de llevar a cabo este proyecto. Un planteamiento que por ahora encaja mejor en la ciencia ficción que en la realidad.
La imagen del poder a 400 metros de altura
El final de la década de los años 30 trajo consigo un proyecto arquitectónico soviético que se antojaba imposible. El llamado Palacio de los Soviets fue un intento de construir un centro administrativo y una sala de congresos en Moscú, cerca del Kremlin. Se presentaron varios proyectos a concurso, y el ganador fue Boris Iofán. Este propuso la construcción de un edificio de 415 metros de altura, en cuya cima estaría colocada una estatua de Lenin de unos 100 metros. Luego hubo que empezar a matar nazis y la cosa se olvidó.
La ciudad caminante
En la década de los 60, el estudio de arquitectura Archigram desarrolló una propuesta prácticamente inalcanzable. Se trataba de un grupo definido como antidiseño, futurista, antiheroico y proconsumista. Se inspiraban en la tecnología con el fin de crear una nueva realidad proyectada a través de proyectos hipotéticos.
Ron Herron, uno de los miembros del grupo, propuso la creación de una 'Ciudad Caminante' que estaría compuesta por masivas estructuras robóticas que pudiesen moverse con independencia. También incluirían una inteligencia artificial que les permitiría decidir su destino. Incluso podría conectarse con otras 'ciudades caminantes' para conformar 'metrópolis caminantes'. Caminante no hay camino, y tampoco proyecto definitivo.
Es cierto que el progreso pasa por ideas que en un principio podían ser disparatadas, y que luego se han demostrado como grandes inventos de la humanidad. También se incluyen los grandes descubrimientos que han hecho replantear todos nuestros conocimientos. Pero estas propuestas fallidas tienden más al deseo que a la probabilidad.