Eurovisión
La venda de los tópicos sobre Eurovisión ya cayó: desmontamos falsos mitos y verdades a medias del festival
Eurovisión aumenta sus espectadores y fronteras cada año. En cambio, en países como España, los tópicos siguen devaluando la gran fiesta de la música europea.
16 Mayo 2023
|El Festival de la Canción de Eurovisión nació en el año 1956, con el objetivo de reunir a los países europeos tras un período convulso de guerras y crisis en toda Europa. En estos 67 años de historia que cumple este 2023 ha dado para mucho. Grandes canciones y temas mediocres. Voces espectaculares y gallos sin parangón. Puestas en escena sobrias y verdaderos despliegues de luces y pirotecnia. Pero si algo ha perseguido a Eurovisión desde el principio de los tiempos han sido los tópicos. Casi siempre negativos, por cierto.
Hemos llegado a un punto que, en pleno siglo XXI, a aquellos que viven con emoción la gala del festival y todo lo que antecede a tan esperado momento, les da vergüenza hablar de ello en según qué situaciones. Es cierto que no es muy normal encontrarse gente que vea las semifinales, y más teniendo en cuenta que España es del 'Big Five' y no tiene que pasar por ese trámite. Menos habitual todavía es que haya gente que se vea las preselecciones de otros países (aunque hay verdaderas joyitas como el Melodifestivalen sueco, San Remo en Italia y A Dal en Hungría, a las que ahora se suma el Benidorm Fest). Pero de ahí a ocultarlo en reuniones sociales porque si no eres el raro o el ingenuo que cree que España puede ganar hay un buen trecho.
Este artículo va por todos aquellos eurofans en la sombra. Vamos a romper los tópicos eurovisivos, porque disfrutar de un Festival de canciones al más puro estilo Mundial de Fútbol es algo de lo que se puede sentir orgullo. De hecho, no será una competición tan mal llevada si Estados Unidos y el continente asiático han buscado, sin mucho éxito, montar su propia versión, y Australia ha hecho lo imposible por unirse a nuestra fiesta.
"Es que todos los países votan a sus vecinos"
Sí, el voto por núcleos es influyente en Eurovision. Era difícil antes del veto por la guerra que un país como Rusia, con relación cultural y política con tantos países que forman parte del certamen quedase fuera del top 10. Pero ojo, no imposible, como vimos en 2018, cuando Yulia Samoylova no consiguió pasar a la final del sábado. Siguiendo este tópico, también es difícil a priori que un país como Portugal, que solo tiene un vecino, se alce con la victoria, y pasó en 2017, cuando la romántica balada 'Amar pelos dois' de Salvador Sobral arrasó en el festival
En resumidas cuentas, el voto cercano puede beneficiar a un país para que en lugar de quedar en el puesto 17 se sitúe en el 14, y perjudicar a otro más aislado en sentido contrario. En cambio, no suele afectar en la elección del ganador.
Pero, como también es lógico, es más fácil que a un danés le guste la canción de un sueco porque son estilos, culturas e idiomas similares. Además, con la separación del televoto y el voto del jurado, la influencia es cada vez menos notoria, y los repartos de puntos, más impredecibles.
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"Eurovisión es solo para un público LGTBIQ+"
No solo. Eurovisión es para todos. Para todos los países, y para todas las personas de cada país. Desde 1998 con la victoria de Dana Internacional (primera transexual en ganar un concurso de estas características), Eurovision se ha situado a la cabeza de la integración de todo tipo de minorías. Pero, precisamente por esto, el objetivo es que absolutamente nadie quede excluido, que todas las culturas, religiones e identidades sean aceptadas y aplaudidas. Es un rinconcito de tolerancia en un mundo que no es capaz de superar los prejuicios, y por eso nos incluye a todos.
La música es unión. Pocos certámenes habrán juntado canciones de folclore regional, con heavy metal, con música de verbena de pueblo y cantantes de música lírica. Eurovisión lo consigue, hace disfrutar y reunirse a familias y grupos de amigos delante de la tele. No importa la raza, sexo, religión o nacionalidad, solo pasar un buen rato. Al menos, hasta que se reparten los doce puntos.
"España siempre queda mal"
No diremos que todas las participaciones de España se han merecido ganar porque eso sería ser muy subjetivos. La victoria puede depender de muchos factores. Pero quedar en un puesto digno exige exclusivamente llevar una buena canción, bien interpretada y tener una puesta en escena aceptable. No hay más que ver países como Italia o Suecia para saber que, si haces bien las cosas, la recompensa en forma de puntos no tarda en llegar.
Sin embargo, con las candidaturas españolas de los últimos 20 años siempre ha habido un 'pero'. En ocasiones las canciones no eran buenas, por mucho que nos empeñemos. En otras, las menos, los cantantes tenían fallos vocales importantes. Y en la mayoría, la puesta en escena y la promoción dejaban mucho que desear. Por eso los mejores intérpretes no querían (¿quieren?) ir a Eurovisión, porque saben que si pierden pueden echar por tierra una carrera que les ha costado mucho encauzar. Y la ayuda para que el resultado sea positivo por parte de RTVE no siempre era la mejor.
Por suerte, con el cambio de dirección y la entrada de Eva Mora, todo ha cambiado. RTVE ha creado el Benidorm Fest, que nos dio en su primera edición un 'Chanelazo' que terminó en tercer puesto, y al que solo Putin impidió hacerse con el micrófono de cristal. Es verdad que en su segunda edición Blanca Paloma no alcanzó el resultado que todos esperábamos, pero aun así su 17º lugar es, quitando Chanel, la mejor posición de España desde 2014.
De este modo queda claro que España no queda mal per se, solo hay que llevar un buen pack completo.
"Si España tuviera opciones ganar, harían lo posible porque no lo hiciera"
Se ha comentado en muchas ocasiones que el interés que pone el ente público en hacerse con la victoria es nulo. Incluso, cuando hemos enviado candidaturas con opciones reales de alzarse con el triunfo, se ha boicoteado desde dentro para que esto no sucediera. Todo ello con el objetivo de no organizar el evento el año siguiente.
Obviamente no hay pruebas ni a favor ni en contra de estas conspiraciones, pero lo cierto es que no tendría mucho sentido que fuera así. La inversión a realizar para la organización del Festival es importante, pero ínfima en comparación con las ganancias que retribuye a la cadena emisora y a la ciudad anfitriona. Por ejemplo, la edición celebrada en Malmö en el año 2013 tuvo un coste de unos 15 millones de euros. Los ingresos suelen variar entre los 80 y los 120 millones de euros, por lo que la viabilidad del proyecto está garantizada.
Bien es cierto en el año 2012 Azerbaiyán acometió una inversión faraónica (alrededor de 100 millones); pero su objetivo no era únicamente la celebración de Eurovisión, sino dar una imagen de apertura y europeización de un país en una situación política y geográfica complicada.
Pero un certamen al uso no se acerca ni remotamente a estas cifras y aporta pingües beneficios a las ciudades y entidades organizadoras.
"La música es de muy baja calidad"
El rechazo que genera Eurovisión en ciertos sectores sociales hace que con el solo conocimiento de que una canción procede del Festival, ya haya quien piense que no vale. No es así.
Hay canciones malas y buenas. También las hay muy malas y muy buenas. De hecho, en muchas ocasiones, la misma persona que critica ferozmente Eurovisión, preguntará semanas después "¿de dónde es esta canción? Me encanta" cuando escuche accidentalmente alguna de las muchas 'masterpieces' que ha dado el concurso en los últimos años. Porque en muchas ocasiones es mayor el prejuicio que la realidad musical.
No hay que esconder el gusto por Eurovisión, igual que no se esconde la afición al fútbol. Porque el Festival de la Canción de Eurovision es un crisol de culturas, de música, de libertad, de integración y de sorpresas que año tras año regala grandes momentos televisivos a 200 millones de espectadores en todo el mundo.