La desigualdad en Los Angeles: donde las estrellas 'conviven' con vagabundos
La meca del cine y la ciudad de los sueños que siempre se cumplen esconde las miserias de aquellas personas abandonadas por el sistema.
30 Octubre 2018
|Puede que el mundo avance y que cada vez la vida en la Tierra sea más agradable, al menos para las personas que vivimos en los países desarrollados. Sin embargo, la pobreza no escapa a ningún Estado, siendo más llamativo y sangrante cuando toca a tanta gente en la que sigue siendo la primera potencia del mundo: Estados Unidos. El paradigma del desarrollo económico, del sueño americano y el país de las oportunidades tiene graves problemas de desigualdad que su capitalismo a ultranza (lejos del modelo europeo, mucho más redistributivo), no hace más que incrementar. Si bien es cierto que Estados Unidos es una nación próspera y desarrollada, y que California se sitúa entre las 10 economías más fuertes del mundo, lo que tiene todavía más mérito al no ser un Estado independiente, hay que tener en cuenta que mientras allí residen grandes fortunas, sus calles acogen la miseria, la desolación y la pobreza de numerosas personas que tienen muy complicado tener una vida digna.
No quiere decir que solo ocurra en California, pero sí resulta llamativo que un estado con una renta per cápita de unos 66.000 dólares, según datos del ICEX, cuente con el porcentaje de pobreza absoluta más grande de Estados Unidos. Además, dentro de California, resulta mucho más chocante comparar la riqueza más ostentosa, la de Hollywood, con la triste realidad de las personas que residen en el Downtown de Los Angeles, sobre todo en la zona conocida como Skid Row, pero que se extiende por amplios lugares de los alrededores.
La riqueza y la pobreza viven juntas en Los Angeles
Pasear por Los Angeles es contemplar opulencia y riqueza, sobre todo si el camino se realiza por el exclusivo Beverly Hills, por Bel Air o por Rodeo Drive, esa calle mundialmente famosa no solo por aparecer en 'Pretty Woman', donde por cierto se vio un claro ejemplo de clasismo, sino también por las carísimas tiendas que se asientan a un lado y a otro. Cruzar Beverly Grove implica encontrarse el Hospital Cedars Sinai en el que nacen, se reproducen y mueren los multimillonarios. Los Angeles es la ciudad de las estrellas, es la meca del cine, es el lugar en el que se cumplen todos los sueños demostrando talento, esfuerzo y teniendo buenos contactos, por qué no decirlo. Estados Unidos es la cuna de la meritocracia, donde no importa de dónde vengas y el dinero que tenga tu familia en su cuenta corriente (aunque sí seguro médico privado si no quieres estar perdido), pero lo cierto es que se corre el riesgo de que una mala racha, una decisión equivocada o simplemente las circunstancias de la vida te coloquen en la cuneta y dejes de importar, y dejes de existir. En el país del capitalismo por excelencia y del individualismo, si te sales de la rueda, ya no eres nadie.
Y entonces un día visitas Los Angeles con la ilusión de ver Hollywood, de emocionarte al reconocer escenarios de las películas que más te han marcado o de alucinar con el estilo de vida estadounidense, y sí, vaya si alucinas, pero no para bien. Pasear por Venice Beach, con sus canales y sus bonitas casas, es una agradable experiencia, como también lo es acercarse a Santa Monica Pier, ver una puesta de sol en la playa o montar en la noria. También te desplazarás al Paseo de la Fama, y te darás cuenta de que junto al Teatro Chino, ese en el que tienen lugar las premieres, o a dos pasos del Dolby Theatre, en el que cada año se entregan los Oscar y se reúne lo más granado de Hollywood, malviven mendigos y personas apartadas por un sistema que poco o nada va a hacer por ellos. En Europa, el centro de la ciudad suele ser la zona más agradable y bonita, pero quien visite Los Angeles pasará por su centro buscando el City Hall y poco más, y cuando vea el panorama, probablemente piense en la gran mentira de esa ciudad de las estrellas que ofrece sueños que en la mayor parte de los casos nunca se cumplen.
Si bien quien escribe estas líneas se encontró con vagabundos en Melrose Avenue y otras zonas de esta enorme urbe alejadas del Downtown, lo cierto es que la mayor parte se encuentran entre los principales rascacielos de Los Angeles. Es aún peor cuando te diriges hacia El Pueblo. Situado junto a Union Station, este vestigio del asentamiento español en la ciudad puede resultar interesante al visitante, sin embargo, de camino desde el Downtown, lo que te encuentras es un sendero de degradación que lleva a plantearse cuál es la razón de que tanta gente viva de esa manera. Son numerosas las tiendas de campaña en las que personas sin hogar han encontrado el único 'techo' al que pueden optar, o es habitual encontrarse carritos en los que guardan las pocas pertenencias con las que cuentan. También es posible ver a personas sin hogar en las marquesinas de los autobuses, transporte público por cierto poco utilizado en Los Angeles, ya que aquí todo el mundo va en coche, o al menos todos los que pueden pagarlo. Es todavía más triste comprobar cómo se comportan algunos de ellos, dejando claro que no están en sus cabales, lo que les estigmatiza todavía más ante una sociedad que además de dar de lado a quien no tiene recursos, huye de aquellas personas que sufren enfermedades mentales.
En defensa de Los Angeles hay que apuntar que la ciudad que se lleva la palma en número de homeless es Nueva York, atendiendo a los datos proporcionados por el Departamento de Vivienda de Estados Unidos, si bien es cierto que en la Gran Manzana los albergues tienen capacidad para que 9 de cada 10 puedan dormir bajo techo. En Los Angeles, solo un cuarto de los sin techo pueden acceder a estos albergues. Esto no tiene defensa, como que no se propongan demasiadas soluciones para erradicar una pobreza de la que es difícil salir más allá de la construcción de albergues, porque lo que se debe hacer también es encontrar la razón del problema, y por supuesto dar soluciones a estas personas para que pueden desarrollarse y conseguir tener una vida digna. La larga y feroz crisis económica se llevó los sueños y esperanzas de demasiadas personas en el mundo, también en Los Angeles, lo que sumado al incremento del precio de la vivienda, y a la lacra que suponen el consumo de drogas y la violencia en el ámbito familiar, llevan a algunas personas a acabar en la calle. Además, el buen tiempo reinante casi todo el año en este lugar del mundo provoca un efecto llamada debido a que la vida sin hogar es menos desagradable allí que en rincones más fríos del país.
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Todo ello ha creado en Los Angeles una comunidad de hombres y mujeres sin techo y sin esperanza a los que la sociedad ha dado de lado y que conviven a pocos kilómetros de grandes estrellas de la industria del entretenimiento que disfrutan de grandes mansiones, coches de alta gama y en definitiva, de una vida rodeada de lujo. El shock al comprobar cómo la vida puede ser tan bonita y a la vez tan dura es brutal y da mucho sobre lo que pensar.
La lucha contra la pobreza, una asignatura pendiente
La pobreza debe ser erradicada del mundo. No es fácil, pero tampoco es imposible. Sin embargo, el mayor problema es la desigualdad, que además provoca que la pobreza sea más visible y dolorosa. Sudáfrica, el país más rico del continente africano, es profundamente desigual por mucho que el Apartheid sea ya cosa del pasado, al menos a nivel institucional. Incluso España, una de las economías más potentes del mundo y con un sistema que intenta ser redistributivo, también sigue sufriendo este fenómeno que nos persigue desde tiempos inmemoriales.
Pese a que el siglo XX sentó las bases del Estado del Bienestar tras la II Guerra Mundial y el siglo XXI debería traer las luces que no pudieron encenderse en la anterior centuria, la cuestión no logra solucionarse. ¿Cómo puede hacerlo si el país que pretende seguir siendo el líder del mundo cae en las redes de la desigualdad de la peor manera posible? Pese a todo, no se debe caer en la apatía, y todos debemos trabajar para que el mundo sea más justo, para que la Tierra sea un lugar feliz para vivir, para los ricos, y para los que no lo son.