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¿Cómo decirle a un amigo que tiene actitudes tóxicas?
Decirle a un amigo que está teniendo actitudes tóxicas no es nada sencillo. En Menzig te damos algunos consejos basados en nuestra experiencia personal que pueden funcionar para que la conversación sea más llevadera y eficaz.
20 Febrero 2020
|Uno de los episodios más recordados de 'Cómo conocí a vuestra madre' es aquel en el que todos los miembros del grupo de protagonistas iban descubriendo los defectos del resto, y a raíz de ser conscientes de ellos, no podían dejar de verlos a cada momento que pasaban juntos. Algo se rompía dentro de ellos (el sonido, de hecho, era el de un cristal roto) al ver que las personas con las que compartían la mayor parte de su tiempo no eran perfectas, que incluso tenían defectos que llegaban a resultar molestos.
Cuando percibimos una actitud tóxica en nosotros mismos nos pasa algo parecido: no es fácil enfrentarte a descubrir que algo que llevas haciendo toda la vida no está bien. Nos provoca sensación de incomodidad y hasta vergüenza o rabia, dudamos de nosotros mismos. Pero lo cierto es que el hecho de haber hecho ese autoanálisis, ser conscientes (o que nos hagan ser conscientes y aceptarlo) y querer eliminarla ya es un avance. El verdadero problema viene cuando esa actitud la advertimos en un amigo.
Problema o problemas, mejor dicho:
- El hecho de ser conscientes de que la gente con la que nos juntamos no es perfecta, algo que puede aplicarse al total de la población, pero que no es fácil reconocer cuando nos atañe a nosotros.
- Es complicado comunicar algo que no nos gusta, de hecho intentamos evitarlo, y más cuando esas acciones que nos molestan se dan en personas que nos importan, que tememos que se ofendan y con las que no queremos discutir.
Además, seamos sinceros: afear este tipo de conductas tóxicas derivadas de la construcción clásica de la masculinidad no está del todo instalado en nuestra sociedad. Lo fácil es dejarse llevar, reír la gracia y pasar un buen rato a costa de eso. O, como mucho, estar en silencio, pero no decir nada porque no te apetecen jaleos. Solo hay que ver las reacciones que tuvo el anuncio de Gillete en el que se señalaban conductas que hemos tenido todos: más de un millón de dislikes y comentarios de gente ofendida (los mismos que luego cargan contra la cultura de los "ofendiditos") quejándose de la corrección política y augurando poco menos que el final de los hombres.
Este clima, unido a que el concepto de actitudes tóxicas cubre un amplio abanico de conductas que van desde comentarios que soltamos inconscientemente hasta el molestar a mujeres por la calle de diversas formas complica la acción: ¿cómo vamos decírselo a nuestro amigo? Pues bien, evidentemente dependerá mucho de la gravedad del acto, pero algo que tiene que estar presente siempre es la asertividad (que no es ser borde). De nada vale decirle que algo que ha hecho está mal si es con la boca pequeña y con ambivalencias.
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Pero cuidado con pasarse de la raya: tu discurso también tiene que ser pedagógico y empático, no tiene que ser una bronca, o no al menos solo eso, sino una conversación que motive un cambio. Piensa en cómo reaccionaste tú cuando te señalaron actitudes tóxicas, cómo al principio probablemente no te lo tomases del todo bien y te pusiste a la defensiva, negando la mayor. Si no consigues que tu amigo supere esa fase, no solo no provocarás que elimine sus malas actitudes sino que la temida discusión llegará.
Para que eso no suceda, lo importante es hacerle ver que lo que les más diciendo no es nada personal, que no es algo que vaya contra él sino con una actitud que viene determinada por algo estructural. Un buen método para comunicar eso es utilizar tu situación personal: decirle que tú también te sentiste así al principio, que tú también te sentiste atacado y que a ti también te costó. El verlo reflejado en alguien cercano siempre ayuda.
Porque esa es otra: tú mismo tienes que ser consciente que has tenido y probablemente sigas teniendo actitudes que son evitables y debes ser consciente de ello. Hay pocas actitudes más artificiales que el aliado "que ya está totalmente reconstruido" y que va dando consejos a diestro y siniestro y que debajo de esa pose esconde fanfarronería y dificultades para hacer autocrítica. Además esa moralina no funciona para ayudar a un amigo a cambiar los actos que tenga que cambiar.
Por último y no por ello menos importante, hay que tener paciencia: estas cosas no se cambian de la noche a la mañana, es un proceso en el que reincides una y otra vez. Recuérdalo para que cuando adviertas a tu amigo de algo no lo quemes tampoco. Con todos estos consejos, y si tu amigo abre lo suficiente su mente, ese proceso probablemente acabará en éxito.