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¿Problemas con los idiomas? La solución pasa por beber alcohol antes
Un estudio destaca que el alcohol nos ayuda a hablar mejor otro idioma que no sea el nuestro, sobre todo si lo comparas con beber agua antes. Estos son los estudios que nos merecemos.
05 Marzo 2019
|En esta web hemos aprendido que la mezcla de crisis económica y desesperanza aliviada con alcohol está sin embargo matando a muchos jóvenes, que los botellones nos muestran un submundo de inseguridades y problemas de la juventud como conjunto que apenas son tenidas en cuenta, y que los millennials ya no beben cerveza, sino vino, mientras que la generación Z prácticamente la odia. Noticias y artículos, como veis, bastante deprimentes.
A la cuarta llegó la vencida, y por fin os vamos a hablar de un efecto positivo que tiene el alcohol: la capacidad de desinhibirse. Claro que, pensándolo bien, esto puede llegar a ser un arma de doble filo. El alcohol consigue que podamos perder la vergüenza y los nervios durante un rato, y quizás contar todo aquello que no nos hemos atrevido a decir durante la semana. Puede venir bien, pero, ¿cuántos casos habrá de gente arrepentida por haberse dejado llevar la noche anterior por el alcohol? Millones quizá, sin exagerar.
No obstante, como en este artículo no queremos volver a ser unos cenizos, vamos a centrarnos solo en las cosas buenas. Por ejemplo, la de que beber alcohol aumenta tu capacidad de hablar mejor otro idioma. Y no es un tópico, ya está probado científicamente por la Journal of Psychopharmacology, ni más ni menos.
El estudio se realizó a 50 estudiantes alemanes nativos de la Universidad de Maastricht, en la frontera entre Holanda y Alemania. Todos afirmaron beber alcohol, y tuvieron que demostrar un nivel óptimo de neerlandés antes de realizar la prueba. Elegidos los 50 integrantes del experimento, a la mitad se les ofreció agua antes de empezar, mientras que a la otra mitad una cantidad pequeña de alcohol, equivalente a una pinta de cerveza más o menos, aunque la cantidad variaba en función del peso de los universitarios.
Acto seguido, cada persona mantuvo una conversación informal de dos minutos con un interlocutor en neerlandés. Que es verdad que en dos minutos es muy complicado demostrar tu fortaleza en un idioma que no es el tuyo, pero también se valoraba precisamente esto, la valentía con la que se entraba en la conversación.
Todas las conversaciones fueron grabadas y más tarde puntuadas por dos nativos neerlandeses. Sorprendentemente (o no tanto), los mejor puntuados fueron los que habían bebido alcohol, al demostrar una mayor fluidez y soltura, especialmente en la pronunciación. La clave estaba en que habían dejado de lado los nervios, el temor y la indecisión del principio y habían iniciado la charla con el desparpajo suficiente como para clavar los dos minutos que duraba la conversación.
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Beber un poco, bueno; beber mucho, malo
Eso sí, los científicos reseñaron una y otra vez que la cantidad de alcohol del experimento era baja. Por tanto, si vas a ir a un bar en el que se habla inglés o tienes fiesta Erasmus, no te hinches a chupitos de Jagger porque lo más probable es que termines o en el baño o haciendo el ridículo. Como se destaca en el propio estudio, cuanto más alcohol, peor será la experiencia. Lo necesario pues será estar con la chispa, haber bebido lo suficiente como para empezar a dejar el miedo a un lado y confiar en lo que hagas, pero no tanto como para alcanzar la fase del balbuceo o las tonterías. Es una fina línea que no debes cruzar si no quieres pasar de plurilingüe selecto a incómodo borrachuzo. Que no se diga que no te avisamos.
Sabemos que no es sencillo, el querer borrar cualquier atisbo de duda puede hacer que nos pasemos de la cuenta. Pero si cumples con este difícil requisito, todo irá sobre ruedas y harás feliz a la Journal of Psychopharmacology. ¿Quién puede resistirse a eso?