Shutterstock
5 planes que prometen mucho pero que acaban decepcionando
Momentos inolvidables en la vida hay pocos, decepciones hay muchas. Hacemos un repaso de 5 planes que antes de hacerlo prometen mucho, pero que a la hora de la verdad no cumplen con las expectativas generadas.
21 Febrero 2020
|Dice el periodista Enrique Ballester que el truco en la vida está en no levantar expectativas, que así todo lo que hagas a partir de ahí sorprenderá para bien. Sin duda, es mejor un "no me esperaba que lo hiciese tan bien" que un "parecía que sí, pero vaya chasco", ir de tapado que ser una decepción. Si no que se lo pregunten a los futbolistas, que en cuanto provocan que se pague por ellos unas cifra medianamente significativa la primera pregunta que se les hace es: "¿sientes presión por lo que se ha invertido por ti?". La presión es la venda que se pone antes de una herida que no es otra cosa que la desilusión que llega por no haber cumplido con las expectativas.
Esto que estamos aplicando a las personas también sirve para los planes. Para muchos, de hecho. Porque, quién no ha estado toda la semana esperando que llegue el fin de semana para hacer algo de lo que tiene muchas ganas, convencido de que pasará a los anales de su vida, y cuando ese momento tan soñado llega, se ha pegado el batacazo, agravado además, porque en en el plan no solo se había invertido ilusiones sino dinero. Porque sí, los planes que generan tantas expectativas no se caracterizan por ser gratis sino por todo lo contrario. De hecho son el claro ejemplo de que lo caro suele salir muy caro.
Tan comunes son estos planes que "parecían que sí pero al final no", que hemos decidido hacer una lista de algunos. Quizá te sirva para no repetir errores del pasado y no volver a hacerlos. O al menos, no con tantas expectativas.
Salir de fiesta en fechas señaladas
Podríamos debatir incluso en dejarlo en "salir de fiesta" a secas. Hay pocos planes que prometan tanto como ir con amigos a una discoteca dispuestos a pasar una noche en vela bailando y pasándolo bien. También hay pocos planes que decepcionen tantas veces: largas colas, precios desorbitados, discotecas mal aclimatadas que superan su aforo máximo con creces... Todo esto, tan típico de un sábado de fiesta cualquiera, se ve multiplicado por diez cuando la noche en cuestión es Nochevieja, Halloween o alguna otra celebración especial. Y encima, las ganas que tenemos de que llegue esa noche año tras año no disminuyen: compras la entrada anticipada con dos meses de antelación, te dejas solo en el ticket más que en cualquier otra noche del año y al final... decepción. Otra vez.
Las despedidas de soltero
De esto no solo tienen la culpa las expectativas implícitas al hecho de salir de fiesta con amigos, como hemos dicho antes, sino todas las películas e historias de un amigo de un amigo que tuvo una despedida súper épica que hay. El hecho de que, probablemente, no haya plan en el que los participantes vayan más predispuestos a pasarlo bien, no cambia que, en la mayoría de las ocasiones, las despedidas de soltero no cumplan con lo que prometían. No vais a protagonizar 'Resacón en Las Vegas', lo siento. De la pérdida de vergüenza y por extensión de dignidad al vestirse de formas muy extrañas y a andar por lugares llenos de gente mejor hablamos otro día.
Los cruceros
De este plan lo que nos extraña es que haya gente que pueda esperar algo bueno de ellos. Es decir, estás una semana encerrado en un enorme hotel flotante con un montón de gente que no conoces y sin posibilidad de huir, y cuando bajas a visitar una ciudad vas contrarreloj y contra la aglomeración formada por otros viajeros que, como a ti, les ha parecido una buena idea pagar por subirse a ese barco. ¿En qué momento eso agrada a alguien? Por no hablar también de las secuelas que dejan los cruceros en las ciudades. Ver a la masa de gente bajando del ellos recuerda más al Saqueo de Flandes que algo relacionado con el turismo.
Lo más visto
Irte de cena 'exótica'
Pasa mucho. Alguien del grupo propone innovar e ir a comer al nuevo restaurante libanés/senegalés/indio/taiwanés que han puesto en el barrio. Un plan que suena bien, que implica conocer una gastronomía diferente, acaba muchísimas veces con tu barriga sonando de hambre toda la noche porque no conocías nada no sabías que pedirte y lo que al final acabas pidiendo no te gusta. Es en ese momento en el que echas de menos hasta las manchas de grasa del mantel de tu bar de tapas habitual.
Jugar a los bolos
Hay que decir que este plan depende del tipo de persona que seas. Si juegas bien puede que lo pases bien, que incluso te piques con otro amigo a ver quién gana. Eso sí, tampoco te librarás de pasar por el trámite de ponerte unos zapatos que, pidas la talla que pidas, te quedarán grandes o pequeños. O de que los de la pista de al lado te quiten justo la bola con la que quieres tirar.
Pero el problema viene cuando eres malísimo, cuando no tienes un mínimo de puntería. En este caso, te pasarás lo que dure la partida viendo cómo tus tiradas terminan en los carriles de los lados. Y entrar en ese bucle es el peor plan del mundo. Te queda media hora de aburrimiento, salvo que te tragues tu orgullo y pidas las clásicas vallas que se les pone a los niños pequeños.